El lunes, en un moderno almacén del sur de Londres, un grupo de niños, maestros y periodistas estaban aprendiendo sobre maneras de abordar el problema del abuso en línea. Para ingresar al evento, todos tuvieron que caminar por un túnel oscuro con clips de audio de niños describiendo sus experiencias de acoso cibernético en la vida real.
Conforme avanzaban, el túnel se iba volviendo cada vez más estrecho y silencioso, representando la solitaria y aterradora experiencia de ser intimidado en línea como niño. El evento fue organizado por Facebook, junto con dos organizaciones benéficas del Reino Unido — Childnet International y The Diana Award — para lanzar un nuevo programa de seguridad en Internet para proteger a los niños.
Estamos entrando en una nueva era de las redes sociales, un espacio que hasta ahora había sido apreciado precisamente por su naturaleza no regulada, libre y abierta. Pero para los niños, se ha convertido en un lugar salvaje. Individuos infames pueden hacerse pasar por adolescentes; El contenido pornográfico es de acceso libre; y las aplicaciones como Snapchat a veces les permiten ver contenido inapropiado que luego se desaparece sin dejar rastro.
Elizabeth Milovidov, una consultora de seguridad electrónica y madre de dos niños preadolescentes en París, me dice que lo que la mantiene despierta por la noche es si sus hijos tienen la capacidad de recuperación para lidiar con este mundo en línea sin límites. “Una de las cosas que hago con los padres es ir a Google y escribir lo que incluso un niño de seis años podría escribir: ‘¿Qué es el sexo?’ Y, Google les contesta, con creces, con imágenes y vídeos. Los padres siempre se quedan pasmados”, agrega.
Hay poca supervisión y casi ningún sentido de responsabilidad, porque las compañías de medios sociales han declarado durante mucho tiempo que son meros conductos para el contenido en lugar de propietarios responsables. Pero cada vez hay más conciencia entre los responsables políticos y los padres de que ya no podemos permitir que el mundo en línea continúe sin restricciones.
En su evento en Londres, Facebook anunció que invertiría £1 millón para entrenar embajadores juveniles en todas las escuelas secundarias del Reino Unido para ayudar a otros niños a superar el acoso y otras experiencias desagradables en línea. La idea tiene sentido: los estudios han mostrado que los niños responden mejor y confían más en sus compañeros que en los adultos en sus vidas.
La decisión del gigante tecnológico es en parte una respuesta a las quejas sobre el enfoque inadecuado de las redes sociales frente al contenido de odio en línea. La semana pasada, el gobierno del Reino Unido anunció una propuesta para que compañías de Internet como Google (que es dueña de YouTube) y Facebook paguen por convertir el Internet en un lugar más seguro para los niños. Dijo que el impuesto voluntario podría usarse para abordar y eliminar los peligros a los que se enfrentan los niños en línea, como el acoso cibernético, el abuso en línea y estar expuestos a la pornografía.
La noticia de que los gobiernos y las corporaciones están tomando este asunto en serio seguramente será un alivio para muchos padres y maestros. Mientras realizaba investigaciones para escribir mi reciente reportaje en la revista FT sobre las vidas de los niños en línea, descubrí que el hostigamiento y la vergüenza eran una parte integrante de sus experiencias en línea. “La publicación de una imagen inapropiada de otra persona, ése es el problema más común de Snapchat”, me dijo un maestro. “Recientemente alguien publicó una imagen de una niña en ropa interior; ella tenía sólo 13 años. Debido a la política de desaparición de 24 horas de Snapchat, no hay evidencia física. Esto permite que los culpables se puedan esconder, así que es aún más perverso”.
Las chicas en particular dijeron que habían presenciado o experimentado intimidación con mayor frecuencia en Snapchat e Instagram. La organización benéfica para niños Plan International UK descubrió en una encuesta reciente que casi la mitad de todas las niñas en el Reino Unido habían experimentado algún tipo de abuso en las redes sociales, mientras que 40 por ciento de los niños habían sido acosados en línea. Y las cosas podrían empeorar: a medida que la tecnología se vuelve más inmersiva (sólo hay que pensar en la realidad virtual), es probable que la intimidación y el hostigamiento sean cada vez más intensos y viscerales.
No hay una solución inmediata. Debemos comenzar a aplicar un enfoque múltiple, como una combinación de regulación, herramientas tecnológicas y educación comunitaria, para convertir el Internet en un lugar seguro. El desafío será evitar las respuestas fáciles y, en vez, buscar una variedad de soluciones, junto con las empresas, los gobiernos y, por supuesto, los propios niños.
Por Madhumita Murgia (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved.
(Fuente: El Diario Libre)