The New York Times informa que Musk pasó el lunes proyectando la letra x en la cafetería y rebautizando las salas de conferencias con nombres como «s3xy» y «eXposure». En fin, todo un artista.
Para muchos analistas, este cambio de marca repentino e ingenioso puede entenderse fácilmente como un truco publicitario descarado para distraer la atención del tsunami dentro de la empresa. Musk pagó en exceso por Twitter, endeudó a la empresa, despidió a la mayoría de sus empleados, ahuyentó a los anunciantes y, de manera monomaníaca y sin éxito, empujó a los usuarios a pagar por funciones que antes eran gratuitas.
Y, «sin creer en nadie», removió todas las insignias «heredadas», las cuales deben pagarse a un costo de $1000 dólares mensuales (más 50 por el nombre de cada usuario), prometiendo beneficios como «mayor alcance» en los tweets y la elegibilidad al programa de pago a los creadores.