Haciéndose valer de pruebas escritas, el prelado italiano Carlo María Vigano acusó en agosto al Papa y a una gran cantidad de miembros de la Curia romana de haber encubierto durante años las reprensibles actuaciones del cardenal homosexual con seminaristas y curas. Se trata por lo tanto de la primera respuesta, muy esperada, del Papa a las alegaciones de Vigano. Decidió hacerlo tres días después del comienzo del sínodo de obispos en el Vaticano dedicado a los jóvenes.
El Vaticano precisa que el arzobispo de Nueva York le señaló en septiembre de 2017 que un hombre denunció haber sido abusado sexualmente por McCarrick en los años setenta. El Papa había entonces ordenado al arzobispo de Nueva York que procediera a una investigación preliminar, enviada luego a la Congregación para la doctrina y la fe, a cargo de examinar los casos de abuso sexual en el clero, según el Vaticano.
“Dado que quedaron en evidencia en la investigación graves incidentes, el Santo Padre había aceptado la dimisión del arzobispo McCarrick del colegio de cardenales, impidiéndole así ejercer su ministerio público, y obligándolo a respetar una vida de oración y penitencia”, detalla el comunicado.
El Santo Padre precisa que hará conocer, llegado el momento, las conclusiones de esta primera investigación.
“En referencia a otras acusaciones contra el prelado, el Santo Padre decidió combinar las informaciones recopiladas durante la investigación preliminar con un estudio adicional minucioso de toda la documentación presente en los archivos de los dicasterios y oficinas de la Santa Sede al respecto del excardenal McCarrick, con el fin de verificar los hechos”.
OBISPOS TENDRÁN QUE SEGUIR TRAS LA VERDAD
“La Santa Sede es consciente que podrían salir a la luz con el examen hechos y circunstancias, elecciones que no serían coherentes con el enfoque contemporáneo reservado a tales cuestiones”, añade. “Sin embargo, como lo dijo el papa Francisco, ‘seguiremos el camino de la verdad, allí adonde nos lleve’.
Tanto los abusos como su encubrimiento no pueden ser tolerados y un trato diferente para los obispos que los cometieron o los encubrieron representa una forma de clericalismo que ya no es aceptable”.
(ListinDiario)