Se trata del Anófeles, portador de la malaria o paludismo; el Culex Quinquefaciatus, transmisor del virus del Nilo, la encefalitis equina y la filariasis linfática, y el Aedes Aegypti, que junto al Aedes Albopictus, son los vectores del Dengue, la Chikungunya y el Zika, que en los últimos dos años se han convertido en un serio problema de salud pública, causando 23,696 infectados y 143 muertos, de acuerdo a los reportes de la Dirección General de Epidemiología.
Ante esa realidad, el Ministerio de Salud, a través del Centro Nacional de Control de Enfermedades Tropicales (Cencet), ha decidido asumir un rol proactivo a través de la vigilancia epidemiológica y entomológica que permita anticipar posibles brotes de estas enfermedades.
Una de estas acciones consiste en la instalación de “ovitrampas” en algunos sectores y provincias que tradicionalmente han mantenido activa la transmisión del dengue.
Este sencillo invento mexicano introducido y donado por técnicos aztecas hace dos semanas, consiste en la instalación de envases plásticos con un pequeño orificio y capacidad para un litro de agua, a los cuales se les coloca papel pellón en todo el borde en donde la hembra del mosquito deposita sus huevos, los que semanalmente serán analizados en los laboratorios de entomología del Cencet.
El director general del Centro, Ronald Skewes Ramm, explica a elCaribe que con esto se puede verificar si la población de mosquitos ha registrado un aumento o disminución, y de esa manera poder intervenir sin esperar a que haya un brote en la población.
“Se trata de movernos más hacia el aspecto preventivo, no curativo o reactivo. Imagínese, un mosquito pica a alguien y tiene un periodo de incubación de entre doce a catorce días para que la persona pueda desarrollar síntomas. De ahí, la persona puede durar uno, dos, tres, días en acudir a un establecimiento de salud, y si el centro es bueno me va a reportar al día siguiente. Lo que quiere decir que hace 17 días que el mosquito actuó y ha infectado a más personas”.
Un sistema exitoso en México
El epidemiólogo sostiene que este sistema ha sido exitoso en México, donde hay instaladas 265 mil trampas, más las que se han estado colocado en los estados fronterizos de Norteamérica, que les han permitido afrontar con éxito estas enfermedades.
En el país, ya se han instalado 347 en algunos sectores del Gran Santo Domingo y Alma Rosa II; en el centro de San Cristóbal y Pueblo Arriba; en el barrio San Rafael de San José de Ocoa, en Cienfuegos de Santiago, en Sosúa de Puerto Plata y en el centro de Higuey.
En caso de que se detecte una gran población de mosquitos infectados, el doctor Skewes Ramm afirma que se pueden iniciar distintas acciones de control ya sea a nivel mecánico, derribando los tanques donde se almacena el agua y se crían los mosquitos o untando de cloro los bordes de estos recipientes para eliminar sus huevecillos; a nivel biológico con el uso de ciertos bacilos o peces en los tanques, o a nivel químico con acciones de fumigación.
Para Skewes lo más efectivo y menos agresivo con el medio ambiente, consiste en eliminar los criaderos y untar de cloro y tapar los tanques o envases donde se almacena el agua, aunque afirma que cuando la situación se sale de control es necesario atacar la población de mosquitos adultos a través de la fumigación.
Conjuntamente con las ovitrampas, se implementará la vigilancia entomovirológica, que consiste en capturar los mosquitos vivos y, literalmente, hacer un puré de estos insectos para llevarlo al laboratorio y comprobar si son portadores de dengue, zika o chikungunya, tras compararlos con una especie de referencia mundial y especialmente sensible, como es la Rockefeller.
Según explica el experto, estas enfermedades se pueden encontrar hasta cuatro meses antes de que el virus aparezca en los humanos..
Ser proactivos
“Lo que queremos hacer con esto, es ser más proactivos, empezar a actuar antes de que ocurran los brotes ya que es mucho más fácil controlar cuando son brotes pequeños, cuando están iniciando que cuando ya tenemos todo un barrio cundío, como dicen”.
El funcionario afirma que en lo que va de año la cantidad de casos de dengue se mantiene bajos y que un personal de las direcciones provinciales de salud ha sido entrenado para realizar acciones de control de vectores, mediante la eliminación de criaderos, que ha contribuido a mantener a raya la propagación de estas enfermedades.
RD tiene solo cinco entomólogos que trabajan en área de la salud
El Cencet cuenta con un equipo de cinco entomólogos o estudiosos de los insectos, entre los que se encuentran Ángel Solís, Gilda Ventura y César Burgos, quienes explicaron la importancia de realizar este tipo de vigilancia con fines científicos y preventivos.
Solís, quien lleva más de 25 años en la institución, explica que el Aedes Aegypti es una especie de mosquito africano introducido en el país en la época colonial que viajó en los barriles de agua que se utilizaban para hidratar a los esclavos. Mientras que, el Albopictus es una especie asiática que llegó de Estados Unidos en el 1994 cuando comenzó la importación de gomas usadas.
Sostiene que el Aedes puede considerarse el mejor vector para transmitir el dengue, pues vive dentro de las casas en los envases de agua, mientras que el Albopictus se cría en las zonas sombreadas y parques.
Según el entomólogo, una hembra del mosquito puede vivir un promedio de 30 días, mientras un macho unos 15 días. Su capacidad de reproducción depende de la cantidad de veces que pica y bebe sangre. Cada vez que lo hace puede poner entre 75 a 150 huevos. “Es decir, si en su vida ella ha podido tener la oportunidad de picar de 8 a 10 veces, entonces puede poner 750 a 1,500 huevos”, dice.
-ElCaribe-