Sobre sí llevaban la indignación. Y como combustión especial para repletar las calles tenían la admisión de una constructora brasileña de que pagó 92 millones de dólares en sobornos para hacerse de obras en el país. Lo demás creció con los días y con las dudas de si el Estado estaba en disposición de investigar en profundidad el esquema de sobornos que permeó a por lo menos tres gestiones de gobierno distintas en el país.
Hoy, 16 de julio de 2017, casi seis meses después de aquel primer día, los verdes se la vuelven a jugar. Regresan a Santo Domingo luego de una gira por las principales regiones del país. Partirán desde la avenida John F. Kennedy con Máximo Gómez y prevén terminar en el Centro de los Héroes, cuna del poder representativo del país.
En ese enero marcharon a la vera del Palacio Nacional, la sede del Ejecutivo, y terminaron en el Parque Independencia, donde descansan los restos de los tres Padres de la Patria.
Ahora terminarán frente al Congreso Nacional, en una manifestación que enfrenta el reto de autosuperarse y erigirse, sin que le quede dudas a alguien, en la manifestación social no partidista más importante de lo que va del siglo.
Puede que su principal reto sea mantener su amplísima convocatoria, a propósito de que el contexto que les dio origen ya no es el mismo: se ha presentado un expediente acusador contra importantes figuras de los partidos políticos tradicionales, que se llevaron incluso poquito más de un mes en prisión.
A la de hoy le preceden varias concentraciones en barrios del Gran Santo Domingo, que le sirvieron a los verdes como “escenarios de calentamiento”.