La información empezó a circular luego del anuncio hecho por el presidente Luis Abinader, de flexibilizar las medidas gubernamentales que dieron curso al cierre de las fronteras marítima, terrestre y área.
Esto, aunque en la parte migratoria las medidas seguirán invariables.
La Policía Nacional y Fronteriza de Haití tuvo que realizar varios disparos y lanzar bombas lacrimógenas para dispersar a la multitud, logrando poco después restablecer el control en el área.
Mientras los agentes de policía haitianos disparaban los gases lacrimógenos en el área del puente fronterizo, soldados del Cuerpo Especializado en Fronteriza Terrestre (Cesfront) mantenía el reforzamiento del lado dominicano.
Los que ignoran el cierre
Por otra parte, la agencia EFE publicó ayer que los haitianos prefieren ignorar las consecuencias del cierre fronterizo dispuesto por República Dominicana en represalia a la construcción de un canal de riego en el río Masacre, asumiendo sin quejas el desabastecimiento causado por la medida, que no les doblegará en su afán por terminar la obra.
Más de la mitad de lo que consumen los haitianos procede de República Dominicana, según cifras oficiales, que también muestran que Haití es el segundo socio comercial del país vecino.
Los productos de alimentación dominicanos son de los más demandados por Haití, que también precisa de medicinas y materiales de construcción (principalmente hierro y cemento), así que, desde el cierre, la carestía es evidente en los mercados públicos y en las mesas de los hogares haitianos.
Precios y contrabando
En el Mercado de Frutos, en el corazón de Pétion-ville, tiene un puesto Myriam Dorestant, una tendera a quien no le importa el cierre de la frontera, señaló a EFE, porque aunque “parte de las frutas vienen de República Dominicana, también producimos frutas en Haití”, aunque solo disponen de los productos de temporada, por eso hay escasez.
También se aprecia una subida de precios, ya que las bandas armadas que extorsionan a los transportistas les exigen “dinero extra para dejarles pasar”, y eso se acaba repercutiendo en el precio al que los comerciantes venden sus productos, afirmó Myriam.
La situación de inseguridad que reina en el país desde hace al menos cinco años está teniendo un gran impacto en la seguridad alimentaria de Haití, no solo por el control de las carreteras en las secuestran y extorsionan a los conductores. Las bandas armadas también invaden las regiones consideradas como el granero del país.
Productos dominicanos como los cocos, los higos bananeros y los huevos apenas se encuentran en los mercados de Haití y, de encontrarse, su precio se ha duplicado o incluso triplicado en pocos días. Además, ha comenzado a circular la idea entre comerciantes y consumidores de que pueden estar envenenados.
Y ante la escasez aumenta el contrabando. Los pocos productos dominicanos que continúan entrando en Haití lo hacen ilegalmente, entre ellos un gran número de huevos podridos que han invadido los mercados en los últimos días.
Vídeos que circulan en redes sociales muestran a personas cruzando a pie zonas fronterizas no controladas para comprar productos dominicanos y venderlos en el mercado haitiano, y varios comerciantes confirmaron a EFE que encuentran productos gracias al contrabando que existe entre los dos países desde hace décadas.
Actitud frente a la crisis
Eliette Pierre aún consigue productos dominicanos a pesar del cierre de la frontera. “Nos las arreglamos para encontrar productos, aunque sean caros”, explicó a EFE, sin ambages.
Este comerciante vende salami, perritos calientes, carne y alitas de pollo procedentes de la República Dominicana y admite que el cierre de la frontera “está teniendo un impacto” en su negocio, pero “eso no es un problema”, para él lo importante es continuar y terminar el canal de riego, que definió como “un proyecto excelente”.
No importan las pérdidas “mientras participemos en un proyecto para nuestro bienestar. Los dominicanos tienen que dejar de tomarnos por tontos”, añadió, mientras atendía a los compradores.
“El canal o la muerte”
El apoyo de la población a la construcción del canal se hace patente en eslóganes como “El canal no se detendrá” (KPK en creole) o “el canal o la muerte”, que están por todas partes.
En las redes sociales se ha lanzado una verdadera campaña para volver al consumo de productos locales. Es una de las pocas veces en la historia reciente del país que se aprecia un sentimiento nacionalista y de unidad en torno a un proyecto ante el que cristianos, budistas, intelectuales, profesionales y agricultores se dan la mano.
“Las fronteras deben permanecer cerradas. Los dominicanos pueden quedarse con sus productos, nosotros vamos a vender otras cosas. En vez de comer carne, comeremos arenques y bacalao. Los haitianos comerán lo que encuentren. Dios nos ayudará, no moriremos. Y después, seremos autosuficientes”, dijo Eliette Pierre, tendera que también se formó como especialista en informática.
“Un enemigo común”
La idea aquí es dar al presidente dominicano y a los dominicanos una lección de historia, recordarles de lo que son capaces los haitianos cuando unen sus fuerzas para luchar contra un enemigo común.
Como consecuencia, se está produciendo una revalorización sin precedentes de la producción local, explicó a EFE otra vendedora, Simone, cuyas frutas y verduras son de producción haitiana.
“Haití lo produce todo. Si no hubiera inseguridad, podríamos encontrar todo lo que necesitamos para comer”, opinó.
“Resistimos. No tenemos ningún problema”, dijo, convencida de que “el canal no se va a parar. El canal será nuestro. Nos beneficiará. Los extranjeros no te quieren. Lo único que hacen es explotarte”, agregó. El presidente dominicano, Luis Abinader, decretó el cierre de las fronteras con Haití desde el 15 de septiembre para forzar la paralización de los trabajos de toma de agua, aunque las medidas no han frenado el proyecto y, mientras, del lado dominicano comerciantes y productores sufren pérdidas millonarias por la falta de comercio con Haití, obligando al Gobierno a acudir en su auxilio.