Las víctimas fueron identificadas como Astrid Amellaly, de 10 años, su madre Blanca Estela Rosas, de 46, y su abuelo Juan Rosas Villegas, de 75.
Los tres vivían en la casa de la calle Arándanos. El año pasado, cuando sus familiares dejaron de tener noticias sobre ellos, reportaron su desaparición.
Las autoridades activaron las alertas respectivas para dar con su paradero el 24 de octubre de 2020.
A decir de los primeros reportes, la noche del martes personal de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México acudió al domicilio a realizar diversas diligencias.
Al inspeccionar el interior y excavar encontraron los cuerpos de las tres personas enterrados en una de las habitaciones.
Datos policiales revelan que Juan vivía solo, hasta que su hija Blanca, conocida como la Güera, y su nieta Astrid se mudaron con él hace más o menos un año.
Los restos de las tres personas son analizados por peritos de la Coordinación General de Servicios Periciales para conocer la causa de muerte.
El inmueble quedó asegurado y las autoridades indagan el móvil de los asesinatos.
Segundo caso de cuerpos enterrados en una casa en menos de un mes
Se trata del segundo caso en donde encuentran restos dentro de una casa en el Estado de México luego que a mediados de mayo pasado fuera descubierto Andrés “N”, presunto caníbal y feminicida serial de 72 años, quien aseguró que asesinó de la misma forma a cinco mujeres dentro de su casa, en la colonia Lomas de San Miguel, en el municipio de Atizapán.
Tras varios días de investigaciones, durante su declaración ante las autoridades reveló: “Le quité la piel del rostro porque estaba muy guapa”, dijo sobre su última víctima Reyna, de 34, desaparecida la mañana del 14 de mayo.
Las atacó con un arma blanca y a golpes; las mutiló y escondió sus restos en el domicilio de calle Margaritas. Sabía cómo hacerlo pues por unos años trabajó como carnicero.
Aunque al ser detenido dijo que había cometido unos 30 crímenes solo identificó a 5 de sus víctimas como Norma y Flor Nínive, ambas de 38 años; Rubicela, de 32 años, Berenice y Reyna.
Y aunque la defensa del llamado caníbal argumentó la edad de Andrés para evitar pisar la cárcel, un juez de Control, Juan Manuel Martínez Vitela, determinó vincularlo a proceso por el feminicidio de Reyna, su última víctima.