Rosenstein, que fue nombrado por Trump en febrero de 2017, planteó esa posibilidad a altos funcionarios del Gobierno y a empleados del FBI después de que el presidente despidiera de forma fulminante al jefe de ese cuerpo de policía judicial, James Comey. Previamente, el presidente le había pedido a Comey lealtad en su gestión de la investigación de las conexiones con Rusia de varios miembros de su Gobierno, entre ellos el Asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn.
El diario ‘The New York Times’ reveló este viernes las propuestas de Rosenstein después de haber leído unos memorandos del entonces director en funciones del FBI tras de la salida de Comey, Andrew McGabe. Trump ha denunciado en numerosas ocasiones que se siente víctima de una caza de brujas y de una conspiración para inhabilitarle, en la que supuestamente participan miembros de su propio Gobierno.
Hace dos semanas uno de ellos publicó una tribuna anónima en el ‘Times’ admitiendo la existencia de ese movimiento de resistencia interna para boicotear las propuestas más radicales del presidente.
La revelación de las intenciones de Rosenstein es de gran importancia para la investigación de la trama rusa. En marzo de 2017 el fiscal general (ministro de Justicia) Jeff Sessions decidió apartarse de esa investigación por haber mantenido contactos con el embajador ruso en EE UU. Al cargo de las pesquisas quedó el propio Rosenstein, que decidió abrir una causa separada cuya investigación le encargó al ex director del FBI Robert Mueller, que ha imputado ya a 33 personas, 26 de ellas ciudadanos rusos y el resto empleados de la campaña presidencial de Trump.
Previamente, en marzo, Trump le había encargado a Rosenstein un informe sobre si debía mantener a Comey, nombrado por Barack Obama, al frente del FBI. Rosenstein le recomendó despedirlo por su deficiente gestión de la investigación del uso de un servidor de correo privado por parte de Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado (ministra de Exteriores), un escándalo que estalló durante la campaña electoral.
Al día siguiente Trump despidió a Comey citando el memorando de Rosenstein, pero después se contradijo en varias entrevistas al admitir que ya tenía la decisión tomada de antes.
Según ha revelado el periodista Bob Woodward en ‘Miedo’, su reciente libro sobre el Gobierno de Trump, Rosenstein sintió que Trump le utilizó para legitimar el despido Comey, que en realidad obedecía a la investigación de la trama rusa. Aquella decisión produjo además una profunda animadversión en el FBI hacia el actual presidente de EE UU.
Según la información publicada por el ‘Times’, Rosenstein llegó a planificar la forma de inhabilitar a Trump, convenciendo a Sessions y al ministro de Interior y ahora jefe de gabinete, John Kelly. El ‘número dos’ de Justicia tenía además acceso directo a Trump y departía habitualmente con él sobre asuntos relativos al FBI, lo que le da aún mayor importancia a su intención de grabar al presidente. Según dijo Rosenstein a varios colaboradores, quería emplear micrófonos ocultos en la ropa.
Después de que se hayan conocido sus intenciones, reflejadas en varios memorandos, Rosenstein ha emitido un comunicado en el que asegura que la información es «falsa y factualmente incorrecta». «Tras haber tratado personalmente con el presidente, puedo decir que no hay base alguna para invocar la enmienda 25», añade. McCabe, el autor de esos informes, fue despedido del FBI en marzo de 2017.
Que varios miembros del Gobierno de Trump habían planteado la posibilidad de inhabilitar a Trump lo reveló el periodista Michael Wolff en su libro sobre los primeros meses del actual Gobierno, titulado ‘Fuego y furia’. «Era algo de lo que se hablaba habitualmente en la Casa Blanca», escribió.
En el caso de que el presidente fuera inhabilitado, el vicepresidente, Mike Pence, ocuparía su lugar. La enmienda que regula esa sustitución, aprobada en 1967, sólo se ha empleado tres veces en la historia de EE UU y siempre de forma provisional por casos de enfermedad.
(Fuente: ABC Internacional)