La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, el jefe de gabinete, John Kelly, y otros funcionarios del Ala Oeste habían abogado por emitir un comunicado oficial cuando falleciera McCain, que alabara el servicio militar del senador y le llamara “héroe” por su desempeño en Vietnam, donde fue prisionero de guerra.
Esa decisión rompe con el protocolo habitual de los presidentes de Estados Unidos, que solían emitir comunicados destacando los logros y proezas de personalidades destacadas después de su fallecimiento, y sobre todo ilustra el grado de animadversión que Trump siente aún por McCain.
Las diferencias entre ambos compañeros de partido eran notorias desde la campaña electoral de Trump en 2015, cuando minimizó el hecho de que McCain fuera prisionero de guerra durante cinco años en Vietnam, y dijo que prefería a “la gente que no ha sido capturada”.
Desde que Trump llegó al poder, McCain criticó su política exterior, hundió con su voto una medida apoyada por el presidente para derogar la reforma sanitaria de Obama, y alertó sobre el “egoísmo” y “simpatía por los autócratas” del mandatario.
Según informes de prensa, el entorno de McCain ha informado a la Casa Blanca de que el senador no quería que Trump asistiera a su funeral, previsto para el próximo sábado en la Catedral Nacional de Washington, y ha invitado en su lugar al vicepresidente Mike Pence.
Los expresidentes Barack Obama (2009-2017) y George W. Bush (2001-2009) sí están invitados a la misa y se espera que pronuncien sendas elegías.
McCain, que falleció el sábado a los 81 años en Arizona debido a un agresivo cáncer cerebral, será enterrado el próximo domingo 2 de septiembre en la Academia Naval de Annapolis (Maryland) después de yacer el viernes en una capilla ardiente en el Capitolio, un honor reservado a muy pocos.