En una entrevista en la cadena CBS, Tillerson señaló que el posible cierre de la embajada está “bajo evaluación” por la Administración Trump en respuesta al incidente, que ocurrió a finales de 2016 y ha provocado problemas de salud a una veintena de estadounidenses, en su mayoría diplomáticos.
El secretario de Estado indicó que el asunto, que abordaron en una reunión los dos países este martes y para el que aún no se ha encontrado explicación, es “muy serio”, teniendo en cuenta las lesiones sufridas por algunas personas.
En este sentido, Tillerson destacó que el Departamento de Estado ha devuelto a Estados Unidos a algunos de los afectados.
Estados Unidos aseguró en agosto que 16 estadounidenses de “la comunidad de la embajada” en Cuba habían sufrido síntomas por un presunto y misterioso “ataque acústico”.
Desde entonces, el Departamento de Estado ha ampliado esa cifra a 21 “empleados gubernamentales” estadounidenses, cuyos informes médicos hablan de lesión cerebral traumática leve y pérdida de audición, según la Asociación del Servicio Diplomático Estadounidense.
Según la CNN, en algunos ataques “una sofisticada arma sónica” se activó dentro o fuera de las residencias de los diplomáticos y les provocó “sensaciones físicas inmediatas que incluían náuseas, dolor de cabeza y pérdida de audición”, mientras que en otros casos se escuchó “un ruido” alto y ensordecedor.