El mensaje se conoce mientras la Casa Blanca sigue afirmando que aún existen todas las opciones en la mesa para detener los programas de misiles balísticos y de armas nucleares hacia Pyongyang.
Durante una sorpresiva conferencia de prensa del Departamento de Estado el martes, el secretario de Estado Rex Tillerson dijo que Estados Unidos no “busca el cambio de régimen, no buscamos un colapso del régimen, no buscamos una reunificación acelerada de la península”.
A pesar de lo que Tillerson calificó de “amenaza inaceptable” de Corea del Norte a los Estados Unidos, dijo que Estados Unidos “esperará a que en algún momento empiecen a entender que el país estaría dispuesto a sentarse a dialogar con ellos”.
Por su parte el senador Lindsey Graham, miembro republicano de la Comisión de los Servicios Armados, dijo a periodistas que “una guerra con Corea del Norte sería devastadora para la región, pero puede ser la única manera de detener su programa de misiles”.
Graham precisó que el presidente Donald Trump le dijo que “habrá una guerra con Corea del Norte sobre su programa de misiles si continúan intentando golpear a Estados Unidos con un ICBM”.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, fue interrogada sobre los comentarios de Graham y dijo inicialmente que “todas las opciones están en la mesa”.
Falso sentido de urgencia
Sin embargo, la discusión sobre la posibilidad de un primer ataque militar contra Corea del Norte es alarmante para algunos analistas.
“También resultaría en millones de bajas y trillones de dólares en daños económicos, tal vez desencadenando una depresión mundial”, dijo Joel Wit, del Instituto de Estados Unidos-Corea en la Escuela Johns Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados.
“Teniendo en cuenta esas consecuencias, tenemos que preguntarnos seriamente: ¿Hemos agotado todas las opciones posibles para tratar con el Norte, incluyendo el diálogo y la diplomacia?”, Respondió Wit a VOA.
Si la eliminación del régimen de Kim Jong Un es la meta, eso podría requerir una guerra a gran escala, de acuerdo con la profesora adjunta adjunta de la Universidad de Georgetown, Balbina Hwang.
“Y dudo que alguien en el gobierno de Trump esté dispuesto, en este momento, a seguir este curso de acción”, dijo Hwang a VOA.
Buscando a China
Días antes Donald Trump expresó su decepción en redes sociales sobre que el presidente chino Xi Jinping, a quien había recibido tres meses antes, no había podido presionar a Corea del Norte para que detuviera las pruebas de misiles.
Tillerson dijo el martes que no culparía a los chinos por la situación en Corea del Norte, y que los Estados Unidos seguirían buscando ayuda china para lograr el diálogo con Pyongyang.
Corea del Norte el pasado viernes probó su segundo misil balístico intercontinental en un mes. Los analistas dicen que el misil, que voló durante aproximadamente 45 minutos y alcanzó una altitud de unos 3.700 kilómetros, demostró la capacidad de Pyongyang para atacar a numerosas ciudades importantes de Estados Unidos.