El veto migratotio del presidente estadounidense, Donald Trump, entró en vigor parcialmente. Y eso significa que desde anoche miles de personas, ya sea refugiados o ciudadanos de seis países de mayoría musulmana, se verán afectadas. El pecado: haber nacido en países azotados por conflictos civiles o estigmatizados por financiar o promover o no hacer nada frente al extremismo islámico.
Personas que salieron de sus hogares para buscar oportunidades, un sueño -el americano-, una nueva vida. Que huían de la guerra, de la miseria. O tal vez que solo buscaban salvar su propia vida. Pero ahora tendrán las puertas cerradas en Estados Unidos, ahora no podrán ingresar.Trump dice que es por seguridad, para evitar que terroristas se cuelen disfrazados de refugiados o de gente con sueños de superación o de estudiantes o de profesionales.
Musulmanes
A pesar del estigma que llevan a cuestas los musulmanes, varios estadounidenses les han mostrado su apoyo. Aquí, en el aeropuerto después de la firma del primer veto migratorio.
El veto migratorio, el mejorado, porque hubo dos intentos por sacarlo adelante, tiene cosas simpáticas. Por ejemplo, que aquellos que quieran visitar a sus abuelos en Estados Unidos no puedan hacerlo, pero sí, aquellos que quieran visitar a una nuera. Son detalles llamativos. Todo sea por la seguridad.
La Corte Suprema, después de los dos bloqueos que tuvo el voto por cuenta de las decisiones de dos jueces federales, finalmente cedió y le dio vía libre, aunque de manera parcial, a este veto migratorio del presidente Trump. Y desde ya empiezan a salir historias que esconden cierta impotencia por un estigma que no sea tan general como se piensa.
La incertidumbre
The Boston Globe publicó la historia de Khaled Almilaji, un estudiante sirio de medicina de la Universidad de Brown, quien a principios de este mes viajó a Canadá para realizar una maestría en la Escuela Dalla Lana de la Universidad de Toronto. Su sueño es poder establecer un hospital subterráneo para mujeres y niños en el noroeste de Siria, una de las zonas más afectadas por el conflicto.
Pero durante su estadía se enteró de la decisión de la Corte Suprema: el veto migratorio entraría en vigor y Siria, su lugar de nacimiento, está en la lista de los seis países de mayoría musulmana que se verán directamente afectados por este nuevo escenario.
Protestas por veto migratorio
Aunque si bien es cierto que uno de los puntos de la reforma migratoria del Trump es que aquellos ciudadanos musulmanes que tengan una relación "directa" con alguna empresa o institución educativa podrán quedarse, también lo es que el hecho, más allá de intentar dar un beneficio, genera otro tipo de limitaciones, que van de la mano de la incertidumbre.
Almilaji dijo que la situación cambia, que no va a ser lo mismo ser estudiante sirio en Estados Unidos con un veto migratorio en vigencia que le prohíbe la entrada a sus connacionales. Además, recalca que eso le va a impedir tener libre movimiento. Y eso es un problema para él, pues viaja constantemente a Turquía para seguir trabajando y estudiando sobre el terreno los aspectos y detalles del hospital que sueña construir.
De hecho, fue informado por abogados que si volvía Estados Unidos no era prudente, no por ahora, y no se sabe cuánto tiempo más, que volviera a dejar el país, que viajara a Turquía, porque tal vez al regreso no encontraría la puerta abierta. ¿Y la familia y los amigos que se quedaron en Siria y los sueños del hospital? Por eso decidió no volver a EE. UU. y seguir su vida, por lo menos por ahora, y no se sabe por cuánto tiempo más, en Canadá.
El ambiente en Estados Unidos es extraño, pero no diferente. Desde el inicio de la guerra contra el terrorismo, después del ataque del 11 de septiembre contra las torres gemelas, los musulmanes han sido señalados como extremistas, una generalización que los ha perjudicado de tal forma que hoy día no solo padecen cruentas guerras en sus países sino que no serán acogidos por otros, como Estados Unidos.