El avión presidencial Air Force One aterrizó en la base aérea de Andrews, en el estado de Maryland, a las 20:54 hora local del sábado (00:54 GMT del domingo) y poco después Trump y su esposa, Melania, bajaron del aeroplano y se trasladaron en helicóptero a la Casa Blanca, a donde llegaron a las 21:22 (1:22 GMT del domingo).
La gira de Trump comenzó el 19 de mayo, día en que partió de Washington hacia Riad, donde firmó acuerdos millonarios sobre defensa con Arabia Saudí y pronunció un discurso sobre su visión del islám y la lucha contra el terrorismo.
También en Oriente Medio, Trump visitó Israel y Cisjordania, donde mantuvo reuniones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente palestino, Mahmud Abás.
Ya en Europa, el presidente estadounidense pasó por el Vaticano, donde fue recibido por el papa Francisco, y por Bruselas para participar en la cumbre de líderes de la OTAN, antes de desplazarse a la ciudad siciliana de Taormina para la reunión del G7.
Durante el vuelo de vuelta, un alto funcionario estadounidense defendió ante los periodistas los resultados del viaje, en el que, según aseguró, Trump “construyó una relación extraordinaria con los otros líderes” de países.
“Este viaje no ha dejado a nadie ninguna duda de quiénes son los amigos de Estados Unidos”, aseguró el funcionario, que pidió el anonimato.
La fuente aseguró que Estados Unidos había conseguido una enorme “victoria” en el comunicado final de la reunión del G7, que destacaba la necesidad de que “los países creen condiciones dentro de sus propias fronteras para afrontar las causas de raíz de la migración”.
“Esto pone más presión para que los países que envían (inmigrantes) y las regiones en general lidien con sus propias crisis y asuman un papel mayor a la hora de gestionarlas, porque los otros países no van a poder darles tanto alivio” como antes, indicó el funcionario.
Trump ha tratado de prohibir la entrada a los refugiados e inmigrantes de varios países de mayoría musulmana, a los que vincula con un posible aumento del riesgo terrorista, aunque los tribunales estadounidenses han bloqueado ese veto y no ha entrado en vigor.
El regreso a casa de Trump le obligará a afrontar la creciente inquietud en Washington respecto a los posibles lazos entre su entorno y Rusia, un tema que, lejos de paralizarse en su ausencia, ha producido constantes titulares.
Los últimos han girado en torno a su yerno y principal asesor, Jared Kushner, que pidió el pasado diciembre a Rusia que se estableciera un canal de comunicación secreto entre la campaña de Trump y el Kremlin durante el periodo de transición para esquivar a la inteligencia estadounidense, según el diario The Washington Post.