Precisamente, la semana pasada los Mossos d’Esquadra lograron identificar al que era la última victima mortal de esta guerra de clanes de la droga. Como sospechaban los investigadores se trataba de hombre de nacionalidad dominicana, que no tenía antecedentes en España. El joven apareció maniatado en un descampado poco frecuentado de Sant Joan Despí y los investigadores del grupo de homicidios de la región policial metropolitana sur no tuvieron duda alguna de que se trataba de una nueva víctima de la guerra entre clanes.
El conflicto es complejo y complicado de investigar. Se trata de una secuencia de venganzas entre dos clanes de narcotraficantes con fuertes conexiones en otras ciudades europeas y que en el último año se ha cobrado seis muertos, y varios heridos de bala. El origen del conflicto es el robo de una partida de cocaína en Holanda. Desde entonces, la policía de la Generalitat ha celebrado varias reuniones de mandos de sus diferentes unidades para poner en común las informaciones recabadas. La última de estas citas se produjo a primeros de mes en la macrocomisaría de Egara.
El primer crimen se produjo el 22 de abril del 2016 en la discoteca Koko Premium Club de la avenida Paral·lel de Barcelona. Una reyerta de última hora en el interior de la sala acabó a tiros y con la muerte de un hombre de 28 años. Precisamente, el pasado 19 de abril la policía detuvo en un piso del barrio del Fondo de Santa Coloma de Gramenet a un dominicano vinculado con esta pelea en la sala Koko. El arresto se difundió porque a los GEI, el grupo de élite de la policía, les comunicaron por error el piso en el que vivía el sospechoso y asaltaron la vivienda de una pareja de ancianos que casi se mueren del susto.
El segundo muerto tiene fecha del 28 de noviembre. El cadáver de un hombre de 36 años con varios impactos de bala apareció en el interior de un vehículo aparcado en la avenida de Catalunya de l’Hospitalet. La ciudad de Barcelona, concretamente la avenida de la Meridiana, fue el escenario para el tercer muerto. El 1 de enero un pistolero se acercó hasta un Honda Civic de color gris con cinco personas en su interior y descerrajó once tiros. Sus objetivos los dos varones, el conductor y el que iba sentado tras él en la parte trasera, junto a tres mujeres. Pese al tiroteo, el conductor sobrevivió mientras que el otro hombre murió en el acto. A estos altercados con muertos hay que sumar otros incidentes con arma de fuego. El 21 de diciembre un joven fue tiroteado a la salida del bar Ocaña de Terrassa, en la calle Ample. Sobrevivió pese a los tres impactos de bala.
Esta escalada de violencia ha forzado a los Mossos d’Esquadra a designar a un grupo de homicidios que lleve el liderazgo de toda la investigación. Será la región policial metropolitana sur, la que tiene más víctimas mortales en su demarcación, la encargada de marcar la pauta de unas diligencias en las que cada grupo policial se sigue encargando de sus víctimas y heridos. Pero sin perder de vista que todos estos muertos están encadenados y responden a una secuencia de venganzas por el robo inicial de droga en Holanda.