El macabro hallazgo, hecho el miércoles, dejó atónito a todo el liderazgo político local y figuras del ámbito judicial de la ciudad y el estado, debido a que resulta muy raro que una persona con creencias islámicas, llegue al suicidio, por ninguna razón.
Ayer jueves, el congresista dominicano Adriano Espaillat, quien la conoció de cerca, lamentó la muerte de la magistrada y la describió como un ícono en el sistema judicial de Estados Unidos.
El gobernador Andrew Cuomo, sostuvo que ella, era una mujer y una líder de una moral inquebrantables.
Sufría de depresión, lo que pudo haberla empujado a matarse, pero hasta el momento, se desconoce si se tiró en el gélido río para ahogarse o había ingerido alguna sobredosis de pastillas, de acuerdo a una fuente de la investigación.
La occisa comenzó a tomar medicamentos para el descontrol de su estado de ánimo, semanas antes del aparente suicidio, le dijo una fuente del tribunal a un medio local.
La policía que investigó la desaparición de la jueza, encontró sus medicamentos.
No se sabe si ella dejó una nota de suicidio, y la policía dijo ayer jueves que no puede dar informaciones, antes de los resultados de la autopsia.
“No hay lesiones aparentes en su cuerpo”, dijo el jefe de detectives de la policía de Nueva York Robert Boyce.
“No parece que sea un crimen. No hay trauma aparente ni ninguna anormalidad física en absoluto”, explicó el alto oficial.
La Oficina del Médico Forense dijo que la causa y la forma de la muerte, requieren una investigación adicional. La autopsia estaba programada para ayer jueves.
El cuerpo de la magistrada fue encontrado flotando a lo largo de la costa del río Hudson en el área del Oeste de la calle 132 a las 2:00 de la tarde del miércoles, y estaba vestido con atuendo de gimnasia y tenis bajitos deportivos.
Una llamada al 911 alertó a la policía sobre el cadáver que flotaba a una milla de la casa de Abdus-Salaam situada en Harlem. Boyce dijo que llevaba una tarjeta de trenes (Metro Card) que utilizó por última vez el lunes en una estación del metro de la calle 42 en Times Square.
Los detectives buscaban en el vecindario de la jueza, imágenes de vídeo que podrían explicar lo sucedido con ella.
La magistrada de 65 años de edad, primera jueza musulmana femenina de la nación y la primera mujer negra nombrada en la corte más alta del estado, fue reportada como desaparecido por su marido, el reverendo Gregory Jacobs, el martes por la mañana.
Pero él declinó hacer comentarios al ser abordados por reporteros fuera de su casa en Newark (Nueva Jersey). Cada uno era dueño de su propia casa.
Fue nominada por el gobernador Cuomo en 2013 para un asiento en la Corte Estatal de Apelaciones, el punto culminante de una carrera de ejercicio legal que se inició después que se graduó en la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia.
Su vecino en Harlem Pat Miller, de 56 años, no podía aceptar la idea de que la jueza se quitó la vida.
“No podía imaginar que ella pudiera hacer nada para hacerse daño a sí misma. No era ese tipo de persona, me gustaría saber lo que realmente pasó”, dijo el vecino de la magistrada.
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