Rolando Omongos, de 21 años, dijo muy sonriente a la prensa en el aeropuerto de Manila que sobrevivió con agua de lluvia, pescado crudo y oraciones.
Su odisea comenzó cuando él y su tío salieron a pescar desde la ciudad de General Santos, en el sur, y quedaron separados de los demás pescadores en medio de una tormenta.
A la deriva en su bote diminuto, él y su tío trataban de pescar y rogaban por la lluvia para tener agua que beber, dijo Omongos.
“Yo no perdía las esperanzas. Siempre rezaba para que me rescataran”, indicó.
El peor momento fue al final del primer mes, cuando vio a su tío morir lentamente de inanición.
Omongos dijo que agitaba los brazos cuando veía pasar algún buque hasta que un pesquero japonés se detuvo y lo rescató frente a Papúa Nueva Guinea, a más de 3.000 kilómetros de Filipinas.
Fue transportado a Manila —era la primera vez que viajaba en avión— y habló brevemente con la prensa. Parecía un joven tímido. Posteriormente lo llevaron a General Santos, donde su madre lo abrazó, llorando de felicidad.
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