Así lo ha afirmado el presidente estadounidense, que baraja la posibilidad de emitir una nueva orden ejecutiva, esta vez con una mayor base legal, que le permita bloquear la entrada a los ciudadanos de siete países de población mayoritariamente musulmana.
“Vamos a ganar esta batalla. La parte negativa es que legalmente toma su tiempo, mucho tiempo pero ganaremos esta batalla. También tenemos muchas otras opciones, como emitir el lunes un decreto totalmente nuevo”, declaraba Trump.
Un día después de la decisión del tribunal de apelaciones de San Francisco de seguir congelando su orden ejecutiva, la administración Trump duda si llevar el caso hasta el Supremo. Paralelamente, los jueces tienen que pronunciarse sobre la constitucionalidad de la medida.
“La discriminación está en el centro de todo y cualquier decreto que suponga una discriminación hacia los musulmanes, será ilegal. Seguirá siendo ilegal aunque se excluya de él a los residentes permanentes”, decía el experto en derechos civiles Lee Gelernt.
A pesar de la ola de protestas, del marasmo administrativo y de la lucha entre el poder Ejecutivo y el Judicial que han generado el decreto, Trump sigue insistiendo en que la medida es la única que permitirá garantizar la seguridad del país y detener a los terroristas.
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