Obama promulgó una compleja reforma sanitaria en 2010, su mayor logro en materia legislativa, y ha defendido como progresos en el ámbito internacional para los "intereses" de EE.UU. los acercamientos a Cuba e Irán.
Además, como él mismo dijo en una entrevista con la cadena CBS de la que se adelantaron hoy algunos extractos, aunque no ha podido cambiar del todo Washington, sí cree que ha transformado "algunas cosas" que estaban bajo su "control directo", como ser el primer Gobierno "en la historia moderna que no ha tenido un gran escándalo en la Casa Blanca".
No obstante, Obama no ha podido poner fin, como prometió, a las guerras en Irak y Afganistán, donde EE.UU. sigue teniendo tropas para luchar contra los insurgentes, tampoco ha logrado cerrar la cárcel de Guantánamo y se va entre acusaciones de que no hizo lo suficiente por tratar de resolver el conflicto en Siria.
Obama tenía puestas sus esperanzas en la excandidata demócrata a la Casa Blanca y su ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, para dar continuidad a sus políticas durante los próximos cuatro años, pero le sorprendió y descolocó, como a casi todos, la victoria de Trump en las elecciones de noviembre.
Y Trump ha prometido tomar acciones desde su "primer día" en el Despacho Oval contra la reforma sanitaria de Obama, conocida popularmente como Obamacare y que ha permitido acceder a cobertura médica a unos 22 millones de estadounidenses.
Esta misma semana, el Senado aprobó una resolución pensada como un primer paso para revocar la reforma sanitaria, que dio luz verde a varios comités del Congreso, cuyas dos cámaras controlan los republicanos, para que empiecen a preparar la legislación para desmantelarla.
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, detalló que "algunos de los siguientes pasos serán dados por el Congreso" y otros por el Gobierno de Trump, por lo que "será un proceso bien pensado".
El propio Trump aseguró este miércoles, durante su primera rueda de prensa como presidente electo, que la derogación y reemplazo de Obamacare ocurrirá casi simultáneamente.
Obama también se marcha sin ninguna certeza sobre la suerte que correrán sus dos éxitos más notables en política exterior: el pacto nuclear con Irán y el restablecimiento de las relaciones con Cuba.
El acuerdo con Irán ya tenía desde que se firmó en 2015 muchos enemigos en el Congreso de EE.UU. y ahora Trump ha dicho que lo quiere "romper" o al menos renegociar aunque, fiel a su estilo, sin dar detalles de cómo lo hará.
Sin embargo, el elegido por Trump para encabezar el Departamento de Defensa, el general retirado James Mattis, ha mostrado esta semana durante su audiencia de confirmación en el Congreso su apoyo al pacto nuclear con Teherán.
Sobre Cuba, el presidente electo sí ha sido mucho más explícito y, a raíz de la muerte del expresidente Fidel Castro, amenazó con poner fin al acercamiento con la isla si el Gobierno que encabeza Raúl Castro no está dispuesto a sellar "un acuerdo mejor".
El portavoz de Obama, Josh Earnest, reconoció hoy en su rueda de prensa diaria que, cuando Trump llegue al poder, "podrá ejercer toda la autoridad ejecutiva de la Presidencia", pero aseguró que hay "motivos convincentes para seguir normalizando las relaciones" con Cuba.
Para terminar de amarrar esa normalización con Cuba, Obama anunció este jueves el fin de una política ejecutiva adoptada en 1995 que devolvía a la isla a los cubanos indocumentados que interceptaba en el mar ("pies mojados"), pero admitía a los que lograban tocar tierra ("pies secos"), quienes podían solicitar la residencia permanente un año después de su llegada.
Por otro lado, en el último gran discurso de su Presidencia, pronunciado el martes desde Chicago, Obama presumió de que ninguna organización terrorista extranjera ha logrado ejecutar un atentado en el país en sus ocho años en la Casa Blanca, y aseguró que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) "será destruido".
Esa tarea ya le corresponderá al Gobierno de Trump, quien también ha prometido la destrucción del EI pero sin dar detalles de cuál será su estrategia.
Consciente de que Trump está menos preparado que otros presidentes electos para ocupar el cargo, dada su falta de experiencia política, Obama ha adoptado desde los comicios un tono conciliador y ha pedido a los ciudadanos, de EE.UU. y del resto del mundo, que den una oportunidad al que será su sucesor.
Y como dijo el martes desde Chicago, también quiere pasar el testigo del "cambio" que le llevó a la Casa Blanca a todos los ciudadanos, a quienes pidió ser "guardianes" de la democracia y no darla por sentada en un emotivo y optimista discurso de despedida que cerró con su famoso lema "Sí, se puede". EFE
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