Ahora, con nueve años, es capaz de permanecer tranquilo al describir cómo se desarrolló este acontecimiento tan trágico.
"(Potts) compró dos litros de gasolina y los vertió por toda la casa, en todas partes", explicó Zach al programa de la periodista de la Victoria Derbyshire.
"Entonces mi madre y mi hermano mayor intentaron detenerlo, pero él encendió el combustible justo a tiempo".
Potts, la madre de Zach, Tracy, y su medio hermano de 15 años, Shaun, murieron en el incendio en Manchester, en septiembre de 2011.
Zach tenía cuatro años cuando ocurrió la tragedia. El niño tiene ahora 9 años.
Zach sobrevivió, junto a su media hermana de 18 años, Cailin. Pero pasó los dos meses siguientes en un hospital para niños.
Su padre, Ric -con quien ahora vive- dice que fue "desgarrador" ver el estado de su hijo en ese momento.
"Tenía cables, tubos y cosas que salían de él por todo el cuerpo. Lo pusieron en un coma inducido para ayudar a su cuerpo a lidiar con el trauma y las quemaduras lo mejor que pudiera. Tenía el 20% del cuerpo quemado, principalmente sus brazos".
Zach estuvo internado por dos meses en el hospital para recuperarse de las quemaduras. "Desgarrador", así describió el padre de Zach al ver a su hijo hospitalizado.
Según la Dra. Jane Monckton-Smith, criminóloga que actualmente dirige uno de los mayores estudios sobre homicidios domésticos en el Reino Unido, estas matanzas familiares están aumentando.
En el 95% de los casos, el asesino es un hombre y, por lo general, el jefe de la casa.
Los autores de esos crímenes a menudo comparten ciertos rasgos, como la necesidad de controlar a quienes los rodean, agrega.
Ric cree que Potts mostró este mismo comportamiento hacia la madre de Zach, Tracy.
"Por lo que pude averiguar, él solía revisar el teléfono para ver con quién había estado hablando o enviándose mensajes de texto", aseguró Ric.
"Él podía salir (para socializar), pero ella no".