«No tengo ninguna duda de que juntos seremos capaces de restablecer la seguridad. Ayudaremos a los desplazados a regresar a sus hogares. Reactivaremos nuestra economía. Haremos los cambios necesarios en nuestra Constitución. Y, por último, celebraremos elecciones el año que viene y habrá un nuevo gobierno el 7 de febrero de 2026", prometió Conille.
En su opinión, «las elecciones de noviembre de 2025 y la toma de posesión de un gobierno electo en 2026 serán pasos cruciales para empezar a construir una nación más fuerte y, sin duda, más resistente».
No obstante, alertó de que el camino estará sembrado de obstáculos y las reformas necesarias requerirán trabajo duro y sacrificio por parte de todos, por lo que habrá que dar muestras de una gran capacidad de resistencia.
Con la vista puesta en esos comicios, el Gobierno ha publicado un decreto en el que nombra a los miembros del Consejo Electoral Provisional (CEP) y fija el mandato de esa instancia, que estará integrada por nueve personas.
Schnaida Adely será la representante de las Comunidades Vudu, Patrick Saint-Hilaire de la Conferencia Episcopal Haitiana, Peterson Pierre-Louis de las Religiones Reformadas, Marie Florence Mathieu del Consejo Universitario, Jacques Desrosiers de las Asociaciones de Periodistas, Jaccéus Joseph de las Asociaciones de Campesinos y Nemrod Sanon de los Sindicatos, a falta de los miembros designados por parte de las Organizaciones de Derechos Humanos y las Asociaciones de Derechos de la Mujer.
Grave situación y colapso institucional
«Es imperativo que comprendamos la gravedad de la situación actual de nuestro país» y que no se subestime, junto a la violencia de los grupos armados y el deterioro de la situación económica, social, humanitaria y de seguridad, declaró Conille.
Para el primer ministro, «en la última década Haití ha sufrido un colapso total de sus instituciones. Nuestras estructuras estatales están en ruinas, desprovistas de los recursos que necesitan para funcionar. Las administraciones públicas están infradotadas de personal y de fondos, lo que hace imposible aplicar las políticas y los programas indispensables para responder a las necesidades de la población».
Además, afirmó, la corrupción es prácticamente generalizada y la violencia ha devastado las instituciones, a lo que se suma la falta de un liderazgo estable que ha llevado a una parálisis total del gobierno, privando a los ciudadanos de los servicios básicos.
Tras alertar de que el área metropolitana de Haití es comparable a la de países sumidos en grandes crisis humanitarias como Somalia o Sudán, Conille resaltó: «Sin embargo, no ha sido la guerra civil lo que nos ha traído hasta aquí, sino la inestabilidad política crónica, la corrupción y, desde luego, la irresponsabilidad de una minoría que ha mantenido como rehén a todo un pueblo».
A su juicio, los retos a los que se enfrenta Haití «no se van a resolver mañana o sin un compromiso masivo y recursos adicionales». Por el contrario, se necesitará tiempo, solidaridad, paciencia, coraje y una determinación inquebrantable.
«El sufrimiento del pueblo haitiano -indicó- se ha prolongado durante demasiado tiempo. Para millones de nosotros, la pobreza se ha convertido en una realidad de generación en generación» y, por ello, «tenemos que hacerlo mejor; para los niños que no pueden ir a la escuela, debemos hacerlo mejor; para las familias que viven con miedo, debemos hacerlo mejor. Cada día cuenta para aliviar a quienes luchan por sobrevivir. Y tenemos la obligación moral de cambiar su realidad».