Una apuesta arriesgada que llegaba con sorpresa incluida, ya que nadie se esperaba las apariciones de Rosalía, Normani o Kylie Jenner en su videoclip. Clip que, por cierto, le ha supuesto a la rapera un coste extra de 100.000 dólares tan solo en pruebas médicas.
Pero si pensabas que lo que más podía sorprendernos de WAP iba a ser su estética (con looks tan comentados como el de Rosalía), su letra o sus puestas en escena, probablemente te equivocabas.
Donde WAP se ha convertido en un auténtico fenómeno ha sido en TikTok y lo ha hecho, como era de esperar, con un challenge de baile que se ha convertido en viral. Eso sí, si pensabas que el reto de baile de Jennifer López en la Super Bowl o “la champeta” de Shakira eran difíciles, esta coreo de WAP que arrasa en redes quizás no sea para ti.
La coreo está firmada por Brian Esperon, un bailarín conocido en la red social como @besperon. En ella el tweerking, las muestras de flexibilidad y hasta un espagat se convierten en los protagonistas de un reto no apto para amateurs. De hecho, la dificultad de la coreografía es tal que el propio bailarín ha publicado vídeos explicativos para poder llegar a hacerla, incluso a cámara lenta.
Indica Noemí Fernández en los40.com, que es un reto de baile que arrasa en TikTok hasta el punto que la propia Cardi B se lanzó aceptando el reto de probar estos pasos de baile para su propia canción ante la mirada atónita del tiktoker que creó el challenge.
Y aunque son muchos los que demuestran su talento para el baile en las redes sociales al ritmo de Cardi B y Megan Thee Stallion también son muchos los que han confesado haberse lesionado “por culpa de WAP”. Quemaduras en las rodillas, lesiones en la espalda e incluso en las piernas por no haber calentado bien o por no tener la flexibilidad que requiere este baile son algunas de las dolencias más comunes que ha causado este nuevo reto viral y que ha acabo con algunos de los que lo han intentado en el hospital.
Una muestra más de que hay que tener cuidado con lo que se ve en las redes sociales y, sobre todo, ser conscientes de cuáles son los límites del propio cuerpo. Pero sobre todo, recordar que no hace falta ser un gran bailarín ni bailarina para darlo todo.