Cordero, de 41 años y nominado al premio Tony, fue hospitalizado en Los Ángeles en marzo tras contraer la COVID-19, enfermedad por la que ha sufrido varias complicaciones severas y tuvo que amputarse una pierna, señaló la esposa, Amanda Kloots, en el magazine CBS This Morning.
Ahora, más de tres meses después de ser ingresado, el actor ha despertado del coma y ha dado negativo en el test del coronavirus pero las secuelas que ha dejado la enfermedad son "críticas".
"Existe una probabilidad del 99 por ciento de que necesitaría ese trasplante para vivir el tipo de vida que sé que mi esposo querría vivir", aseguró Kloots.
+ Testimonio
Según su testimonio, la enfermedad fue tan fuerte que los médicos llegaron a temer por su vida en cuatro ocasiones.
"Me dijeron cuatro veces que no sobreviviría. A veces, incluso que no sobrevivirá durante la noche, pero lo hizo", recordó.
La COVID-19 ha debilitado tanto la musculatura del actor que aún no puede moverse y apenas hablar.
"Cuando le pregunto, trata de sonreír o mover su mandíbula", señaló.
"Todos los días antes de irme, le digo: "Bien, esto es en lo que debes concentrarte. Los dos sentados en nuestra nueva casa, Elvis (su hijo) está en la cama y estamos escuchando "Our Home" en nuestra casa de Laurel Canyon", dijo la esposa.
De acuerdo con otras publicaciones anteriores de la familia, Cordero no tenía problemas médicos previos.
Su caso contrasta con el de Tom Hanks, quien a sus 63 años contrajo el coronavirus junto a su mujer, Rita Wilson, y ambos lo han superado.
"Estuvimos 10 días con síntomas muy incómodos. No llegamos a temer por nuestra vida, por suerte", recordó esta semana en un encuentro virtual con periodistas.
"Si una serie de cosas hubieran ido a peor habríamos necesitado tratamiento médico experto. Nos aislamos para evitar contagiar a los demás y desde entonces seguimos en cuarentena", explicó.