El dossier, publicado por el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) en colaboración con 36 medios de comunicación, está basado en más de 715.000 documentos confidenciales y centenares de entrevistas.
Su principal conclusión: que décadas de corrupción y negocios sin escrúpulos hicieron a Dos Santos la mujer más rica de África, mientras convertían a Angola, un país con abundantes recursos como petróleo y diamantes, en uno de los Estados más pobres del mundo.
A finales de diciembre, un tribunal angoleño ordenó congelar cautelarmente los bienes de la multimillonaria por acusaciones de corrupción relacionadas con su antiguo rol en los negocios públicos.
Según la investigación del ICIJ, las compañías de Dos Santos se beneficiaron a lo largo de los años de contratos públicos facilitados por su padre, de ventajas fiscales, licencias de telecomunicaciones y derechos para la extracción de diamantes.
Además, los documentos filtrados muestran que una gran red internacional de consultores, abogados y banqueros ayudó a Dos Santos a amasar esa fortuna -estimada en más de 2.000 millones de dólares- y a mantenerla en el extranjero.
La hija del expresidente angoleño y su marido están al frente de un gran imperio empresarial de más de 400 empresas y filiales -muchas en paraísos fiscales- y disponen de exclusivas propiedades alrededor del mundo, incluida una mansión de 55 millones de dólares en Monte Carlo, un yate de 35 millones y una residencia de lujo en una isla artificial de Dubai.
En una entrevista con la BBC, Dos Santos negó cualquier delito y aseguró que las investigaciones a su alrededor son una "persecución política" por parte del actual Gobierno.
El ICIJ, una organización periodística con sede en Washington, obtuvo una mayoría de los documentos a través una plataforma para proteger a filtradores en África, que opera desde París.
Según la información, durante la última década las empresas de Dos Santos obtuvieron del Gobierno angoleño trabajos de consultoría, préstamos, contratos públicos y licencias valoradas en miles de millones de dólares.
Mientras, Dos Santos y su marido, Sindika Dokolo, utilizaron su red de compañías tapadera para evitar ser descubiertos e invertir en propiedades y negocios.
Una de sus inversiones más importantes a día de hoy es una participación en la portuguesa Galp valorada en unos 800 millones de dólares, que Dos Santos y Dokolo obtuvieron gracias a un préstamo muy ventajoso del Estado angoleño, según la investigación.
La participación en Galp fue vendida en 2006 a la pareja por la petrolera estatal de Angola Sonangol, que diez años después Dos Santos dirigió durante un breve periodo de tiempo.
En esa época, supuestamente también aprovechó para desviar fondos de la empresa pública a sus propios negocios.
Su padre, José Eduardo dos Santos, dejó el poder en 2017 tras casi cuarenta años controlando el país, que durante buena parte de ese tiempo vivió una cruenta guerra civil.