El estudio, publicado en el American Journal of Medicine, analizó datos de más de 11 millones de personas, de los cuales, el 16 por ciento no estaban vacunadas contra el Covid-19.

Luego, el equipo analizó los datos de los entornos de atención de emergencia en Ontario, Canadá, donde un accidente de tráfico resultó en la hospitalización y controló una serie de factores, como la edad y las condiciones médicas. 

Puede parecer extraño buscar una correlación entre el estado de vacunación y la participación en un accidente de tráfico, pero el equipo señala que estudios anteriores han relacionado la psicología de las personas, como las “personalidades agresivas”, con los accidentes de tráfico. 

“La activación inmune simple contra un coronavirus, por ejemplo, no tiene un efecto directo sobre el comportamiento del tráfico o el riesgo de un accidente automovilístico”, escribió el equipo en el estudio. 

“En cambio, teorizamos que los adultos que tienden a resistirse a las recomendaciones de salud pública también podrían descuidar las pautas básicas de seguridad vial”, agregaron.

Efectivamente, los datos mostraron que las personas no vacunadas tenían más riesgo de sufrir accidentes de tránsito que las personas que habían recibido las vacunas contra el Covid-19. A pesar de constituir el 16 por ciento de las personas estudiadas, los no vacunados representaron el 25 por ciento de los accidentes de tránsito (que requirieron hospitalización) en los próximos meses. 

Después de ajustar factores como la ubicación de la casa, el nivel socioeconómico y otras condiciones médicas, encontraron que los no vacunados tienen un mayor riesgo de sufrir accidentes de tráfico del 48 por ciento.

“El aumento de los riesgos de tráfico entre las personas no vacunadas se extendió a diversos subgrupos [y] fue similar al riesgo relativo asociado con la apnea del sueño”, añadió el equipo. El riesgo fue mayor que el que enfrentan los diabéticos, aunque menor que el riesgo que enfrentan las personas que están intoxicadas mientras conducen. 

Los autores señalan que no pueden alegar causalidad, ya que el estudio no analizó las causas de la vacilación ante la vacunación o la conducción arriesgada. Sin embargo, sugirieron algunas posibles explicaciones para la correlación.

“Una posibilidad se relaciona con la desconfianza en el gobierno o la creencia en la libertad que contribuye tanto a las preferencias de vacunación como a los mayores riesgos de tráfico”, escribieron en el estudio. 

“Una explicación diferente podría ser los conceptos erróneos de los riesgos cotidianos, la fe en la protección natural, la antipatía hacia la regulación, la pobreza crónica, la exposición a la información errónea, los recursos insuficientes u otras creencias personales”.

“Los factores alternativos podrían incluir la identidad política, las experiencias pasadas negativas, la alfabetización sanitaria limitada o las redes sociales que generan dudas sobre las pautas de salud pública”.

El equipo también señaló que el estudio fue limitado en el sentido de que solo pudieron analizar los accidentes de tráfico que resultaron en hospitalización. No obstante, concluyeron que “los hallazgos sugieren que los adultos no vacunados deben tener cuidado en el interior con otras personas y en el exterior con el tráfico circundante”.