Prácticamente todo el mundo recibe algún golpe en la cabeza en algún momento de su vida, por ejemplo practicando deportes de contacto o por caídas accidentales. La mayoría de las veces no son graves y no tienen mayor trascendencia, pero en ocasiones incluso un traumatismo "suave" de este tipo puede tener un impacto importante en la salud a largo plazo.
Más de un tercio de las conmociones tienen consecuencias
Así lo pone de manifiesto un estudio neozelandés que ha encontrado que hasta ocho años después los adultos que han experimentado una conmoción cerebral suave reportaban más signos continuos, depresión y problemas con el trabajo que aquellos que nunca la habían recibido.
No obstante, el artículo en cuestión, publicado en el medio especializado PLOS One, resalta que esto no significa que este tipo de eventos necesariamente tenga consecuencias a largo plazo, sino más bien que aumenta el riesgo de padecerlas.
"Se estima que más de 10 millones de personas en el mundo al año experimentan un traumatismo cerebral, de los cuales entre el 70 y el 95% serían leves. Los efectos de la conmoción cerebral severa están bien documentados, pero se sabe mucho menos de los leves", explican los autores.
"Más de un tercio (36%) de los participantes en la investigación reportaron estar aún afectados por la conmoción cerebral que sufrieron hace ocho años", añaden
Consecuencias en la salud mental
La conmoción cerebral se produce cuando la cabeza se golpea contra algo o, incluso, por cambios muy bruscos en la dirección del movimiento del cuerpo. En estas situaciones, los cambios extremos y repentinos en el movimiento afectan al tejido cerebral, "estirando" los axones de las neuronas, lo que puede provocar una sintomatología muy variada que incluye pérdida de consciencia, dolores de cabeza, náuseas, visión borrosa o cambios de humor.
Para observar si esto tenía efectos a largo plazo, los autores de la investigación reclutaron a un total de 151 pacientes que contestaron una encuesta inicial y luego otra ocho años después. Junto a ellos, se reclutó un grupo de control formado por el mismo número de personas.
En general, todos los que habían sufrido la conmoción reportaban más problemas, pero lo que sorprendió a los investigadores es que un número significativo de ellos todavía reportaba síntomas hasta ocho años después del traumatismo. Entre estas complicaciones había algunas de considerable gravedad, tales como síndrome de estrés post traumático, trastorno de ansiedad o problemas laborales.
Las que parecían sufrir las peores consecuencias, además, resultaron ser las mujeres y, particularmente, aquellas que habían sufrido más de una conmoción a lo largo de la vida.
Los científicos responsables de este trabajo opinan que estos datos deben ser tenidos en cuenta en el abordaje de los traumatismos en la cabeza y en la atención a la salud mental, ya que varias de las consecuencias reportadas se circunscriben a este área. Igualmente, creen que es un gran recordatorio de la importancia de proteger la propia cabeza.