Para empezar a hablar de dieta cetogénica, lo primero que hay que hacer es distinguir lo que es una dieta cetogénica pautada por un experto de la que se elige al tuntún, porque lo dice un famoso, un deportista o, más común en estos tiempos, el influencer de turno. “Cualquier dieta que aporte una cantidad de energía menor a la requerida, recurre a las grasas de reserva para ser utilizadas como combustible. Eso significa que en mayor o menor grado incrementa la producción de cetonas. Dieta “ceto-genica” quiere decir aquella dieta que genera cuerpos cetónicos. El abordaje de la producción de cuerpos cetónicos viene mediado por administrar menos carbohidratos de los requeridos, pero hay que tener en cuenta varios aspectos. Una dieta baja en carbohidratos (o muy baja) puede ser baja o rica en grasas, baja o rica en proteínas y baja o alta en calorías. No podemos poner en el mismo saco los efectos secundarios posibles de una sola dieta cetogénica. No es lo mismo pautar una dieta cetogénica para un niño epiléptico que tiene que crecer a la de una gran obeso que tiene que menguar”, nos explica el Dr. Agustí Molins, especialista en Nutrición y Dietética, director de la Clínica Dr. Molins y miembro de Top Doctors.
Los efectos secundarios a los que hace referencia Molins son algunos de los que se recogen en un informe publicado el pasado mes de julio en Frontiers in Nutrition. En él se revisaron 123 estudios anteriores y se llegó a la conclusión de que las dietas cetogénicas muy bajas en hidratos de carbono pueden llevar asociados riesgos importantes para la salud. Se cita un aumento drástico del colesterol LDL (el malo), así como un riesgo mayor de contraer ciertas enfermedades crónicas. El motivo que se apunta para esto último es que, al adoptar una dieta cetogénica, estaremos aumentando el consumo de carne roja, carne procesada y grasas saturadas, alimentos que se relacionan con un mayor riesgo de enfermedad renal crónica, enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y alzhéimer. Además, estaremos disminuyendo la ingesta de alimentos “protectores”, como son las frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
Es posible que tras leer las conclusiones del estudio nos echemos las manos a la cabeza, pero mejor no nos adelantemos. “No es lo mismo una dieta keto (la de moda) en la que reducimos drásticamente las frutas, verduras, legumbres, tubérculos y mantenemos una cantidad baja de proteínas (15% es bajo en una situación de cetosis) y elevamos mucho las grasas, que la cetosis (dieta keto también) producida por una disminución de carbohidratos a 50 g de glúcidos absorbibles por día a base de unos 500 g día de verduras de baja carga glucémica, baja en grasas (animales y vegetales) y rica en proteínas (1,2-1,5 g por kilo de peso ideal y día). Son dos planteamientos de generar cuerpos cetónicos pero muy distintos en los efectos indeseados y secundarios”, nos explica el doctor Molins. “La primera sube el perfil lipídico, la segunda lo baja drásticamente. La primera puede generar esteatosis hepática, la segunda la elimina en pocas semanas. La primera tiene una efectividad media en la resistencia periférica a la insulina y en las enfermedades inflamatorias, la segunda mejora la resistencia a la insulina, a corto, medio y largo plazo, evitando la medicación del paciente diabético tipo II incluso insulinodependiente”. De nuevo, se hace necesario ver la diferencia entre la dieta keto que propone alguien sin formación en nutrición que la que te puede recomendar un experto.
En cuanto al aumento en el consumo de carnes rojas y carnes procesadas que puede incrementar el riesgo de accidente cardiovascular, el doctor es muy claro y es que llevar una dieta cetogénica no es sinónimo de consumir este tipo de proteínas. “La elección de carnes magras, pollo, pavo, conejo, la administración de grasas saludables procedentes del pescado graso, el aguacate, los frutos secos, dan balances correctos si se usan de forma adecuada”, explica.
Molins da una importancia vital a la suplementación en caso de seguir una dieta cetogénica. Si bajamos el nivel de hidratos de carbono, obligatorio en este régimen, es posible que pasemos a consumir menos cantidad de frutas, verduras y legumbres, por lo que será obligatorio ingerir los nutrientes que estos alimentos poseen en forma de suplementos. “Es obvio que, sin un aporte mineral a base de magnesio, calcio y, sobre todo, de potasio, ponemos en riesgo la vida de las personas sometidas a una dieta keto”, explica el doctor. Más razones para no hacer una dieta keto por nuestra cuenta y riesgo.
“En el artículo se referencian problemas que con un planteamiento correcto de la cetosis no existen. Si sabemos que la dieta presenta déficits de magnesio y calcio, pues el terapeuta debe administrar los suplementos que se precisan. Si sabemos que hay alteraciones de la microbiota a medio plazo, debemos aportar los pre-probióticos que se precisan. Si la orina se acidifica, deberemos alcalinizarla usando otro tipo de proteínas. Si sabemos que el exceso de proteína procedente de vacuno es nociva, deberemos incitar a la ingesta de pescado azul, a ser preferible de pequeño tamaño y a comer huevos, muy ricos en colina que ayudará a la función hepática. Descartar a los pacientes con insuficiencia renal leve, evitará perjudicar una enfermedad renal preexistente (es una contraindicación de la dieta), y así sucesivamente. Solo el conocimiento del paciente y del tratamiento, darán seguridad al proceso, pero no puede ser una dieta de por vida”, dice Molins.
Ni la dieta cetogénica puede ser para toda la vida ni la debería seguir todo el mundo. “Las dietas de bajo contenido calórico y muy bajo contenido calórico, precisa de un examen médico para descartar las contraindicaciones, es decir; aquellas situaciones clínicas que impiden hacer este tipo de dietas como lo son la diabetes de tipo I, la insuficiencia hepática y o renal, la administración conjunta de ciertos medicamentos como los corticoides, los límites de edad en adolescentes y personas mayores de 65 años, en embarazo y lactancia y algunas enfermedades menos frecuentes como el lupus. Son seguras bajo estricto control médico, con analíticas de control regular y, sobre todo, con la suplementación necesaria administrada de forma individual”, nos explica el experto en nutrición.
“En mi opinión, realizar una dieta keto durante un periodo de tiempo de 12 – 14 meses, como se aplica en grandes obesos, no supone riesgo alguno en manos expertas, pero no considero que sea una dieta para un estilo de vida saludable mantenida a largo plazo”.
Para que no se produzcan problemas, la vuelta a otro tipo de alimentación debería ser paulatina. “Los que manejamos la dieta sabemos que la reincorporación de alimentos debe ser progresiva en cuanto a las cargas glucémicas se refiere, evitando así la afectación de la sensibilidad a la insulina. Si se pasa de keto a alta en carbohidratos de forma brusca, puede afectarla. Si se hace progresivamente, la recuperación de la funcionalidad de las células beta pancreáticas, puede llegar a curar la diabetes tipo 2”. Y este cambio brusco también podría estar detrás de otro efecto secundario que encontró el informe publicado en Frontiers in Nutrition, el de la diabetes gestacional. “Sospecho que el incremento del riesgo de diabetes gestacional en mujeres que estaban haciendo una dieta keto es porque, al embarazarse, dejan de hacer dieta keto. Si la reintroducción de carbohidratos no es progresiva, puede ocurrir, pero si sigue haciendo dieta keto, es imposible presentar diabetes gestacional, no tiene sentido”.
Las dietas cetogénicas no son nuevas. Se llevan prescribiendo desde hace casi un siglo para tratar la obesidad y el sobrepeso. También se recomiendan a niños epilépticos para reducir las convulsiones. “En el tratamiento del síndrome metabólico, en la hipercolesterolemia, la hipertensión, el síndrome de ovario poliquístico, en dismenorreas, en la incontinencia urinaria y en otras patologías asociadas a la obesidad y el sobrepeso, la efectividad de una dieta cetogénica “bien estructurada” es la mejor opción en cuanto a eficacia a corto, medio y largo plazo”, cuenta el doctor Molins. También se ha probado en el tratamiento del cáncer, pero su fuerte es el síndrome metabólico, un grupo de factores de riesgo de enfermedad cardiaca, diabetes y otros problemas de salud. Estos factores de riesgo son: obesidad abdominal, nivel alto de triglicéridos, bajo nivel de colesterol HDL (el bueno), presión arterial alta y un nivel alto del azúcar en sangre estando en ayunas.
“En una dieta cetogénica baja en grasas, los niveles de LDL (colesterol malo) se reducen drásticamente, y se mantienen bajos incluso muchos meses después de terminada la dieta aún con recuperación del peso perdido. Todo lo contrario, ocurre con el colesterol HDL (el bueno) que se eleva y mantiene alto muchos meses después de la dieta. Las cifras de la Proteína C reactiva, indicador de inflamación crónica de bajo grado, descienden rápidamente en mi planteamiento dietético, mientras que se observa que se incrementa si la proteína utilizada es proteína animal”, afirma el doctor.
El doctor es muy tajante respecto a los resultados obtenidos en el informe. “Todos y cada uno de los efectos adversos mencionados en el artículo son fruto de un mal control de la dieta”.
Dieta cetogénica y cáncer
El efecto Warburg es un fenómeno descrito por Otto Warburg en 1920 que consiste, a grandes rasgos, en que las células cancerosas consumen glucosa y la convierten en lactato, incluso en presencia de oxígeno. Estas células malignas producen gran cantidad de lactato para multiplicarse. Si reducimos casi por completo la glucosa disponible por medio de una dieta cetogénica ¿podríamos frenar el avance de las células malignas? “Los estudios realizados hasta el momento son pocos y poco concluyentes para la mayoría de neoplasias. Si bien es cierto que en algunos cánceres neuronales se sospecha la eficacia de la dieta cetogénica, los trabajos no son concluyentes. Sin embargo, parece obvio que reducir la dosis de carbohidratos usando vegetales de baja carga glucémica, incluso sin provocar la cetosis, puede ser una opción beneficiosa para el paciente oncológico. Del mismo modo, uno de los principales problemas del paciente oncológico sometido a tratamientos de quimioterapia, terapias biológicas y demás, es la pérdida de masa muscular. Eso le debilita ante la batalla contra su enfermedad, por lo que un planteamiento que incluya una dieta variada, rica en antioxidantes, en nutracéuticos y rica en proteínas de alto valor biológico y bajas en grasas, podría ser eficaz para un mejor abordaje terapéutico del paciente desde el punto de vista holístico de la enfermedad”, nos cuenta el doctor Molins. Tal y como apunta Molins, no todos los cánceres se comportan de la misma manera ni todos los pacientes son iguales por lo que generalizar sería equivocarnos.
Se necesita una mayor investigación para saber si la dieta keto podría ser útil para combatir el cáncer. Mientras tanto, lo que sí es útil es recurrir a un profesional en caso de que queramos seguirla.