Patologías distintas
Una forma sencilla de diferenciar el estrés del insomnio es recordar que son patologías distintas más allá de que sea posible percibir signos similares entre ellas.
El estrés es una respuesta fisiológica a una amenaza momentánea o continuada en el tiempo. En el primer caso, estaríamos hablando de una respuesta adaptiva y normal para el cuerpo, mientras que en el segundo abordaríamos una respuesta patológica.
Convertida en una respuesta patológica, el estrés se convierte en un factor para el deterioro físico y mental de la persona que experimenta este estrés prolongado. Un ejemplo de esto lo observamos en las personas que tienen algún tipo de fobia.
Por su parte, el insomnio es una alteración del sueño que se manifiesta de distintas maneras, sea la dificultad para dormir, tener un sueño ligero que nos lleve a despertarnos muchas veces, o despertar muy temprano y no poder dormir nuevamente.
Así como el estrés, el insomnio puede presentarse como un episodio aislado, o desarrollarse de manera continua y originar graves repercusiones en la salud del paciente, que se ve impedido de recuperar sus energías en el descanso nocturno.
Orden cronológico
Otra forma de diferenciar el estrés del insomnio es indicando el orden cronológico que pueden presentar entre sí. Es posible que el estrés dé origen al insomnio, y que las dificultades para dormir sean un posible factor para el incremento del estrés.
Lo más común es que el estrés dé lugar al insomnio en la medida en que la intranquilidad del paciente le lleve a desarrollar esta alteración del sueño. Dicho estrés no solo puede manifestarse como falta de calma, sino también como depresión.
Aunque menos habitual, sí es posible que el insomnio tenga lugar primero que el estrés. En este escenario, la falta de un sueño reparador puede elevar los niveles de estrés en el paciente por todo lo que eso conlleva para su vida diaria y capacidades cognitivas.
Esta falta de un sueño reparador puede traducirse también en un auge de la ansiedad y la frustración dado que la falta de descanso nos dificultará enfrentar situaciones que, en condiciones normales, no serían muy problemáticas para nosotros.
Poder diferenciar el estrés y la ansiedad al momento de tener dificultades para dormir contribuye a tener estrategias más asertivas para la resolución de este inconveniente que tanto puede afectar nuestra calidad de vida y normalidad.