Al reducir considerablemente el espacio de la cavidad gástrica, se disminuye también la cantidad de alimentos que el individuo puede consumir. Además, la persona se sacia más rápido tras la intervención. En definitiva, se reduce el apetito y el paciente adelgaza.
Por otra parte, al evitar parte del intestino delgado, se absorben menos calorías, junto con otros nutrientes de los alimentos. Todo esto conlleva a una pérdida veloz de peso por parte del sujeto en un período de tiempo reducido, a través de un síndrome de malabsorción.
¿Quiénes se someten al bypass gástrico?
Este tipo de intervención quirúrgica aparece con frecuencia como tratamiento de la obesidad mórbida. Se determina que un paciente tiene obesidad mórbida cuando posee un índice de masa corporal (IMC) muy por encima de la media.
Estas personas suelen padecer otras enfermedades. Las más frecuentes son las patologías cardiovasculares, diabetes tipo 2 e hipertensión arterial, entre otras. Las complicaciones, sumadas al peso elevado del paciente, aumentan el riesgo de mortalidad y disminuyen la calidad de vida del sujeto.
Sin embargo, no todas las personas con obesidad mórbida pueden someterse al bypass gástrico. El equipo médico decidirá si el paciente es apto o no para tal procedimiento mediante una serie de pruebas que valoren su estado general.
Además, hay que valorar el impacto de la operación en la vida del paciente.Es posible que los posibles riesgos no compensen sus beneficios.
Procedimiento del bypass gástrico
Tras anestesiar por completo al paciente, el equipo realiza varias incisiones a lo largo del abdomen. El objetivo es separar los músculos e introducir el instrumental necesario. La herramienta más utilizada es el laparoscopio. Además, se emplean otros materiales para iluminar la cavidad abdominal, seccionar y grapar el tejido.
Normalmente, se introduce en la cavidad gases como el dióxido de carbono para inflar el abdomen y observar mejor las vísceras. También pueden colocarse sondas para recoger el exceso de líquido, siempre que sea necesario.
A continuación, se secciona el estómago en dos cavidades. La parte superior está conectada al esófago y presenta un tamaño reducido. La parte inferior no es funcional, pero no se suele extirpar para que siga produciendo los jugos gástricos.
En el siguiente paso, se elimina la parte inicial del intestino delgado, llamada duodeno. Así, se une el nuevo estómago con la siguiente porción del intestino delgado, denominada yeyuno, y se sutura. Finalmente, se grapan las dos partes que dividen el nuevo estómago y se cierran las incisiones en la pared abdominal.
De esta manera, los alimentos pasan directamente del estómago al yeyuno, evitando el duodeno. La parte inferior del estómago y la porción inicial del intestino delgado permanecen inactivos y se reduce la absorción de nutrientes.
Efectos secundarios del bypass gástrico
Las complicaciones más frecuentes de este procedimiento son las siguientes:
- Náuseas y vómitos: Suelen estar provocadas por una ingesta de alimentos que supera la nueva capacidad del estómago.
- Deshidratación y malnutrición: Al evitar parte del intestino delgado, se absorben menos nutrientes. Por esta razón, se pueden dar casos de anemia y de osteoporosis.
- Evacuación gástrica rápida: Se produce una transición demasiado rápida de los alimentos que se han empezado a digerir hacia el intestino delgado.
- Derrame del ácido gástrico debido a una fístula: Esta complicación se basa en una apertura anormal del estómago. El contenido ácido se escapa y esto conlleva un deterioro progresivo de la pared gástrica. Por este motivo, se forman úlceras con facilidad y existe una sensación permanente de acidez de estómago en el paciente.
- Alteración en el tránsito intestinal: Se manifiesta en forma de diarrea o heces poco sólidas, producto de la mala absorción de los líquidos en el intestino delgado.
- Distensión abdominal: Hinchazón en el vientre del paciente.
Prevención del bypass gástrico
Una forma de prevención del bypass gástrico sería bajar de peso de manera natural, puesto que ese es el objetivo final de la operación. Para ello, el médico puede aconsejar una dieta saludable y equilibrada, combinada con una actividad física moderada.
En última instancia, es apropiado remarcar que el tabaquismo, el alcohol o el consumo de drogas afectan a la calidad de vida del paciente y son factores de riesgo a la hora de desarrollar obesidad.