La vitamina K es un nutriente esencial que juega un papel muy importante en la estabilidad sanguínea, siendo un precursor de los factores de coagulación. Te contamos más en este artículo.
¿Para que sirve la vitamina K?
La vitamina K es una sustancia que, como cualquier vitamina, es requerida en pequeñas cantidades para el correcto desarrollo y funcionamiento del organismo.
Se trata de una vitamina soluble en grasas. Esta es almacenada por el organismo en pequeñas cantidades que se agotan rápidamente, por lo que debe ser ingerida de forma regular. Por otra parte, el organismo también puede reciclar pequeñas cantidades para volver a utilizarla.
Concretamente, este compuesto participa en la producción de unas proteínas denominadas factores de coagulación. Debido a la importante función que desempeña, su carencia puede entrañar graves consecuencias, como por ejemplo, el desarrollo de hemorragias.
Asimismo, la vitamina K también parece estar implicada en el correcto desarrollo de tejidos y huesos, por lo que su déficit también puede acarrear problemas en el desarrollo óseo.
Formas de vitamina K
Existen tres formas posibles para esta vitamina:
- Filoquinona o vitamina K1: es la forma existente en las plantas de hoja verde. Se consume con la dieta y se absorbe mejor disuelta en grasas.
- Menaquinona o vitamina K2: es la vitamina producida por determinadas bacterias de la flora intestinal. Se produce y absorbe en pequeñas cantidades.
- Menadiona o vitamina K3: es la vitamina producida de forma sintética. Se utiliza en ocasiones como suplemento.
Alimentos ricos en vitamina K
Los vegetales de hoja verde son una de las fuentes más abundantes de vitamina K.Seguir una dieta variada y equilibrada es suficiente para consumir la cantidad de vitamina recomendada, ya que esta se necesita en pequeñas cantidades. Podemos encontrarla en:
- Verduras de hoja verde, como las espinacas, el brócoli o la lechuga.
- Algunas frutas, como los higos.
- Carne.
- Queso.
- Soja.
- Huevos.
Déficits de vitamina K
Debido a que la cantidad necesaria de esta vitamina es baja, su deficiencia es poco común. Sin embargo, existen casos y situaciones en las que esta carencia puede darse.
Este es el caso de los recién nacidos, que pueden tener problemas hemorrágicos y tendencia al sangrado. Debido a esto, se suele administrar de manera exógena a los recién nacidos mediante una inyección.
Esta carencia en los recién nacidos se debe a que la vitamina no atraviesa con facilidad la placenta, por lo que nacen con bajos niveles. A esto se le suma que la leche materna tampoco contiene grandes cantidades del nutriente. Además, su flora intestinal aún no está desarrollada y, por tanto, no tienen bacterias que la sinteticen.
Por otra parte, enfermedades como la fibrosis quística, la celiaquía o el síndrome del intestino corto, pueden provocar una carencia. Esto es debido a que dichos trastornos generan alteraciones en la absorción intestinal que reducen la cantidad de vitamina K absorbida.
Asimismo, el tratamiento con determinados fármacos, como los anticonvulsivos o ciertos antibióticos pueden conllevar una deficiencia del compuesto.
Una deficiencia severa puede conducir a la aparición de hematomas y sangrados. Esto es debido a la mala coagulación sanguínea. Esta condición podría llevar, en el peor de los casos, a la generación de peligrosas hemorragias internas.
Casos en los que se indica vitamina K
Situaciones de amplia carencia, como el consumo de medicamentos anticoagulantes, pueden requerir complementos de vitamina K.Existen una gran cantidad de complejos vitamínicos a través de los cuales se puede aumentar la ingesta de vitamina K. Existen suplementos específicos de vitamina K. En otros casos se encuentra combinada con otros nutrientes como el calcio o la vitamina D.
Esta es la forma más común de administración del nutriente a aquellos pacientes a los que se indica. Sin embargo, la vitamina también puede administrarse de forma inyectable.
La forma inyectable, concretamente en forma de inyección intramuscular, es la que se elige para su administración a los recién nacidos. Esto ayuda a evitar posibles hemorragias cerebrales.
Por último, en aquellos casos en los que se administran anticoagulantes como la warfarina, una carencia de vitamina K puede ser especialmente problemática. En este tipo de situaciones, se requerirán análisis de sangre periódicos para determinar el tiempo de formación de los coágulos.