Un nuevo estudio apunta a que el sexo del paciente es otro factor que influye en el éxito de estos tratamientos. El trabajo ha analizado los resultados de 20 ensayos clínicos de inhibidores de punto de control (ipilimumab, tremelimumab, nivolumab y pembrolizumab) para tumores avanzados o metastásicos de piel, riñón, vejiga, cabeza y cuello, y pulmón en los que participaron 11.300 pacientes. Los resultados muestran que estos fármacos aumentan la supervivencia tanto en varones como en féminas comparados con el tratamiento de control, pero la reducción media del riesgo de muerte es el doble en hombres que en mujeres, sin que se sepa la causa.
Varios factores podrían explicar los resultados. Las mujeres tienen un sistema inmune más fuerte, lo que explica por qué sufren menos infecciones y menos severas y responden mejor a las vacunas, aunque por ello también padecen más enfermedades autoinmunes.
También existen diferencias inmunológicas a nivel celular por la interacción de genes, hormonas, el microbioma y el ambiente. Por ejemplo, estudios en animales han mostrado que las hormonas sexuales pueden interferir en las vías de señalización de los inhibidores de punto de control. “Es posible que estas diferencias en el sistema inmune entre sexos influya en la evolución de enfermedades de inflamación crónica como el cáncer y cómo responden a los medicamentos”, explica en un comunicado Fabio Conforti, médico del Instituto Europeo de Oncología, en Milán, y coautor del estudio, publicado en The Lancet Oncology. Es la primera vez que se advierte una diferencia en la eficacia de estos fármacos por sexos, señala el estudio. A la luz de estos datos, “no hay que cambiar los tratamientos actuales para las mujeres, sino entender qué mecanismos hay detrás para optimizar estos fármacos tanto en hombres como en mujeres”, resalta el coautor del trabajo, en el que también han participado investigadores de la Universidad de Milán y la Escuela de Medicina de Harvard (EE UU).
Solo el 33% de todos los pacientes que participaron en los ensayos clínicos analizados eran mujeres, un desequilibrio habitual en estudios científicos y médicos. Es un problema bien conocido que supone un impacto negativo para la salud femenina. “Los responsables de diseñar los futuros ensayos clínicos de inmunoterapia deberían garantizar la inclusión de más mujeres. Tal y como se ha observado en otros campos de la investigación biomédica, las mujeres están infrarrepresentadas en las pruebas de la inmunoterapia contra el cáncer”, concluye el estudio. La principal limitación del trabajo es que no ha podido acceder a los datos médicos de cada paciente, solo a los resultados generales de cada ensayo clínico y analizar la diferencia en riesgo de muerte por sexos.
“Es sorprendente que el número de mujeres sea tan bajo”, opina Aitana Calvo, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica. “La diferencia en los beneficios de la inmunoterapia que desvela este estudio es importante y merece la pena estudiarla en profundidad, sobre todo cuando es bien sabido que tradicionalmente las mujeres han sufrido importantes sesgos tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de enfermedades”, añade esta oncóloga del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Calvo opina que hay que mejorar el diseño de los ensayos clínicos para incluir más mujeres y entender mejor el papel que pueden jugar las diferencias biológicas, culturales y sociales en la efectividad de los futuros tratamientos médicos. “Los ensayos clínicos no se diseñan para que incluyan un número proporcional de hombres y mujeres. Organismos como la Agencia Europea del Medicamento dicen que todos los pacientes tienen que estar representados por igual, pero se trata solo de recomendaciones, hay que incentivarlo para incluir más mujeres, sobre todo en los ensayos más importantes”, resalta.