Nos mentimos muchas más veces de las que pensamos. Sin embargo, no nos damos o no queremos darnos cuenta de este hecho.
No obstante, aceptarlo será un gran paso para empezar a ser honestos con nosotros mismos y conseguir el equilibrio en nuestra vida.
Siempre tendemos a pensar antes en los demás. Por eso, en lo que se refiere a honestidad, nos la tomamos como algo que poner en práctica con otras personas. Pero, ¿y con nosotros?
Hoy descubriremos a través de ejemplos en qué ocasiones nos mentimos y qué podemos hacer para reconducir esta actitud tan negativa para con nosotros mismos.
Empezar a ser honestos implica aceptación
Para empezar a ser honestos tenemos que empezar a aceptar determinadas cosas que, por inercia o miedo, tendemos a negar o rechazar.
Por ejemplo, imaginemos que tenemos una preocupación excesiva por la comida y nuestro entorno nos alerta sobre ello. Sin embargo, nosotros hacemos caso omiso y nos burlamos de la situación.
¿En verdad es para burlarse o estamos ocultando un problema que tenemos? Las circunstancias no mejorarán, sino que empeorarán, y somos nosotros los que saldremos afectados.
¿De verdad queremos hacernos ese daño?
Hay muchas cosas que nos negamos a aceptar, ya sea porque no nos gustan o porque nos negamos a ver la realidad.
El anterior es un ejemplo bastante claro, pero ¿qué sucede con respecto a las relaciones?
Si una amiga nos viene a decir que cree que nuestra pareja no es buena para nosotros, quizás nos enfademos e incluso puede que la situación termine con nuestra amistad.
Sin embargo, con el tiempo, puede que esa amiga tuviese razón, pero nosotros estábamos tan ciegos que no quisimos abrir los ojos. ¡Nos negamos a ver la realidad!
En muchas más ocasiones de las que creemos, nos negamos a admitir aquello que sabemos que es cierto. Consideramos que ponernos una venda en los ojos hará que todo sea más fácil.
Admitamos que no somos perfectos
En algunas ocasiones, para empezar a ser honestos tenemos que hacer todo un trabajo de cambio de creencias con respecto a lo que consideramos negativo.
¿Alguna vez hemos rechazado el fracaso? ¿Nos hemos hundido por cometer un error? Esto ocurre porque no nos han enseñado a ver el lado positivo de estas circunstancias.
Un fracaso o un error son como una mancha. ¡Ya no somos perfectos! Sin embargo, ¿quién lo es? El ser humano comete errores, pero ¿sabemos por qué? Porque estamos destinados a aprender.
Solo con el error, con lo que nos hace sentir mal, podemos ser conscientes de lo que está ocurriendo y tomar decisiones, nuevos rumbos.
Cuando todo nos va bien, no nos percatamos de los pequeños detalles. Pasamos por alto muchas cosas. Sin embargo, un error, un fracaso o un tropiezo no es algo de lo que avergonzarse, sino de lo que enriquecerse.
Seamos honestos. Admitamos que somos imperfectos y que eso es bueno. Intentemos ver siempre la otra cara de la moneda. Nuestra vida cambiará radicalmente.
Dejemos de dar palos de ciego
Cuando nos ponemos una venda en los ojos y nos negamos a ver la realidad puede parecer que anduviésemos sin rumbos, atolondrados, sin metas aparentes.
Sin embargo, eso es mejor que afrontar el terrible miedo.
Tenemos muchos miedos. Miedo a estar solos, al fracaso, a la incertidumbre, al qué dirán, a no ser aceptados…
Empezar a ser honestos implica pasar por encima de estos miedos, mirarlos de frente y entender qué nos quieren decir.
Muchos de nuestros miedos son aprendidos y otros, en cambio, son fruto de experiencias que nos han marcado de una manera muy profunda.
No importa dónde haya estado el origen de ese miedo. Lo que importa es que ¡admitamos que lo tenemos! Solo así podremos superarlo.
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Como has podido ver, ser honesto con uno mismo puede ser la solución a muchos problemas que levantan barreras y muros en tu vida.
Empezar a ser honestos no es muy difícil. Tan solo debemos cambiar nuestra perspectiva.