El reproche de “ya no eres el mismo, has cambiado”
¿Te suena el reproche de “ya no eres el mismo, has cambiado”? Este resuena cuando las parejas llevan mucho tiempo juntas y, de repente, empiezan a surgir diferencias y discusiones fruto de problemas que no son tan recientes. Al principio de las relaciones muchas personas tienden a ponerse una venda en los ojos. El enamoramiento les ciega, quieren mostrar su mejor perfil y, al mismo tiempo, admiten ciertas cosas, que con el tiempo, les cansan.


Por ejemplo, si a mí no me gusta el tabaco y lo detesto, pero mi pareja fuma sin parar, puedo soportarlo al principio justificándolo con un “estoy muy enamorada”.


No obstante, con el tiempo, esto no será suficiente.


El reproche que fue reprimido en su momento

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Continuando con el ejemplo anteriormente expuesto, el reproche ante esta actitud que no se adecua a lo que nosotros queremos es reprimido, guardado muy dentro de nosotros.


Sin embargo, todas las personas tenemos un tope y, cuando este llega, entonces surgen las críticas, los juicios y las discusiones entre la pareja.


La otra persona no entenderá por qué ahora te molesta tanto esto que es propio de él. De alguna manera, entrará en tu juego, afirmándote que dejará el tabaco, aunque este momento jamás llegará.


El reproche que fue reprimido en su momento se hará cada vez más fuerte y poderoso, un arma letal que terminará, tarde o temprano, con la relación.


La pasión se esfumará, habrá muchos silencios incómodos, os detestaréis y todo porque no habéis sido sinceros desde un principio.

Sin embargo, no os daréis por vencidos y continuaréis en una dinámica de “tú tienes que cambiar para que esto funcione porque yo lo estoy dando todo por esta relación”.


Nadie ha cambiado, ni nadie va a cambiar

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Cuando lanzamos el reproche de “ya no eres el mismo, has cambiado” no nos damos cuenta de que la situación es la misma que hace unos años atrás.


Sin embargo, estábamos tan ciegos que tan solo veíamos lo que queríamos, mientras apartábamos la realidad, la de verdad.


Nadie ha cambiado. Tu pareja no ha empezado a fumar ahora de repente, sino que sigue haciéndolo tal y como antes. No obstante, ¿quién ha cambiado entonces?


Tú has cambiado, has modificado tu manera de comportarte con tu pareja. Antes lo permitías todo y no manifestabas lo que te incomodaba o molestaba, pero ahora sí.


Ahora te permites ser tú, pero antes no procedías así.


No obstante, nos queremos tanto a nosotros mismos y nos vemos tan perfectos que siempre pensamos que es el otro el que debe cambiar para que todo vaya mejor.


¿No nos damos cuenta de que no podemos cambiar a nada? El amor es aceptación y, si no aceptamos a la otra persona tal y como es, pues ¡adiós!


No podemos gastar nuestras energías por una causa perdida.


Es más, no podemos darle la vuelta a una relación que con cada reproche reprimido hemos permitido que transcurriese por un sendero con el que no estábamos de acuerdo.

Aprender de la experiencia

reproche


Cuando estamos ante el reproche de “ya no eres el mismo” es importante que tomemos una decisión, de dos posibles:

  • Una es seguir como hasta ahora y aceptar que nuestra pareja sea como es.
  • La otra es romper la relación ya que no vamos a conseguir cambiar al otro a nuestro gusto.

Sea cual sea la decisión, lo importante es aprender de esta experiencia para no volver a caer en la misma trampa del hoy me pongo la venda en los ojos y si mañana me la quito y no me gusta lo que veo ya lo cambiaré.


No podemos cambiar a nadie, no podemos estar en una relación fruto de expectativas y de sueños. La vida es real, el amor es real y no debemos montarnos una película que terminará inevitablemente mal.


Es importante abrir los ojos desde un principio para anular cualquier reproche posterior sobre la forma de ser o de actuar de nuestra pareja.


Ella no ha cambiado, sigue siendo la misma. ¿La aceptaremos tal y como es sin echarle nada en cara?


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Escrito Por Redacción A
Monday, June 5, 2017
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