Expertos en dermatología advierten que ciertos cambios en las uñas pueden ser señales de problemas subyacentes que merecen atención.
Las uñas pálidas pueden indicar condiciones como anemia o problemas circulatorios, mientras que las uñas amarillentas suelen asociarse con infecciones por hongos o enfermedades pulmonares.
En algunos casos, las uñas azules podrían señalar una falta de oxígeno, vinculándose a trastornos cardíacos o pulmonares.
Además, las uñas rojas pueden ser un signo de trastornos circulatorios o inflamaciones.
La textura también es un indicador clave. Uñas estriadas o con surcos pueden sugerir deficiencias nutricionales o trastornos de la piel, como el eczema. Por otro lado, las uñas débiles o quebradizas pueden indicar problemas en la tiroides o carencias de vitaminas y minerales.
El crecimiento de las uñas también ofrece pistas sobre la salud.
Un crecimiento lento podría estar relacionado con desequilibrios hormonales o circulatorios, mientras que cambios rápidos y desiguales pueden ser signos de estrés o enfermedades.
Además, otros problemas como manchas o puntos blancos en las uñas, aunque a menudo inofensivos, pueden señalar infecciones o traumas. La separación de la uña del lecho ungueal podría ser un signo de infecciones, dermatitis o reacciones alérgicas.
Los expertos recomiendan prestar atención a estos signos y consultar a un médico o dermatólogo si se observan cambios significativos.
Un examen adecuado puede ayudar a determinar si existen problemas de salud que requieran atención.
Mantener la salud de las uñas puede ser un paso importante hacia un mejor bienestar general.