Para entender con mayor claridad de dónde vienen las contradicciones, es fundamental volver al momento en que Danilo se consideró despojado de su derecho a ser candidato por Leonel para las elecciones de mayo de 2008, que se consumaron con la permanencia del exgobernante en el poder.
Tras Leonel reelegirse con derecho constitucional en 2008, que coincidió con el estallido de una crisis financiera internacional que sacudió a Estados Unidos y Europa, principalmente, el gobernante se embarcó en una movilización nacional con dos propósitos: unir al país para enfrentar los efectos de la crisis y discutir una reforma constitucional que adecuara el ordenamiento constitucional a los tiempos modernos.
Favorecido por una política mundial de facilitación del crédito para reanimar la economía, Leonel se embarcó en una carrera de endeudamiento increíble, de la que naturalmente se beneficiaron empresarios locales que sellaron una alianza no escrita para dar a Leonel y su grupo poder económico a cambio de él facilitarles poder político y negocios colosales con el gobierno.
La historia es tan reciente que no vale la pena detenerse a recontarla y solo es necesario recordar las obras y concesiones pujadas a grupos nacionales y extranjeros como la constructora Odebrecht.
Los reeleccionistas de Leonel
La ambición desmedida de funcionarios de Leonel y el disfrute pleno de los recursos de la nación, hizo surgir un movimiento reeleccionista porfiado, encabezado por dos ingenieros que se ganaron el mote de “ingenieros constitucionalistas” que aseguraban que Leonel podía, debía e iba a reelegirse.
Las huestes de Danilo, marginadas y golpeadas por el gobierno, pugnaban abajo por sacar la candidatura triunfante.
Para el año 2011 la aspiración de Danilo era obvia porque un impedimento constitucional descartaba a Leonel como posible opción para postularse nuevamente.
Pese a los forcejeos de los ingenieros constitucionalistas -que no eran otros que Freddy Pérez y Félix Bautista- Leonel terminó forzado a respaldar a Danilo y se llevó de brazos echados a su esposa Margarita Cedeño que declinó sus aspiraciones en la última semana de abril de 2011 retirada con bastante disgusto por considerar que le cerraron el paso a su derecho a competir.
Danilo escogió a Margarita como su candidata vicepresidencial dándole un premio de consolación a ella y una esperanza envuelta en la suerte a Leonel de que si por alguna razón tenía que dejar la jefatura del Estado, el poder recaería en ella que se supone indisoluble de Leonel por los vínculos conyugales y políticos. La Margarita que se lució como primera dama y que alcanzó niveles sorprendentes de aceptación en la población, sería relegada a su condición de vicepresidente y a gerente de algunos programas sociales que no le daban igual exposición pública. Eso explica que perdiera gran parte de su proyección política -aunque ahora que Danilo va bajando, según las encuestas, ella vuelve a subir- y fuera menos considerada para las elecciones de 2016 como una potencial candidata.
Al día de hoy, dirigentes del Comité Político del PLD de la trayectoria de Felucho Jiménez tienen la candidez de decir que ella como vicepresidente de la República no compone nada y se reduce a ordenar lo que se va a cocinar en su casa.
Aunque con las visitas sorpresa y las inauguraciones se vio a Danilo y sus principales ministros en una faena constante por la reelección desde 2013 a 2015, los opositores al gobierno pasaron años concentrados en “ajusticiar” políticamente a Leonel -que entonces como ahora carecía de poder- mientras dejaban a Danilo tranquilo acumulando aceptación y tirando en el medio del mar al “tiburón podrido” que una vez fue sinónimo de reelección. Con Danilo en la Presidencia y su gran aceptación en la población -lo que sin duda ganó por un estilo mucho más llano de dirigir: no anda rodeado de militares como un Napoleón, es puntual en sus citas, cada domingo se codeaba con productores pequeños en todos los rincones del país- solo faltaba completar la operación en el plano político y constitucional.
El control del PLD pasa a Danilo
Lo primero garantizaba lo segundo y ¡manos a la obra! Aprovechó el Congreso del PLD para copar con sus parciales los organismos de dirección del PLD: mayoría aplastante en el Comité Central y mayoría absoluta en el Comité Político. Para nada se discutía ahí si era necesario cambiar las reglas de juego constitucionales que prohibían la reelección presidencial consecutiva como había sido establecido por la Constitución de 2010 que pactó Leonel con Miguel Vargas Maldonado.
Su mayoría en el Comité Político se encargaría de pasarle la plancha a Leonel, lo que hizo en Juan Dolio el 19 de abril de 2015 al aprobarse que se instruyera a los legisladores del PLD preparar un proyecto de ley de reforma constitucional y en ella habilitar la reelección por un período y nunca más.
De ahí salió Leonel evidentemente contrariado y tal vez encadenando acontecimientos pasados y recientes: desde comienzos de ese año Quirino Paulino Castillo -de generales ampliamente conocidas-, desde Estados Unidos, comenzó unas raras intervenciones públicas en las que incluía cobros de supuestas deudas de personas en el país, incluido el propio Leonel, y advirtiendo que regresaría al país a “cobrar”. Y así lo hizo, llegó en febrero en un vuelo normal, entró y desde su alojamiento siguió nutriendo el morbo y “cobrándole”, si no dinero en efectivo, infligiéndole un daño político enorme a Leonel y a sus aspiraciones de volver.
Aunque Leonel parecía atrincherado con una parte significativa de senadores y diputados para frenar la reforma de la Constitución, tras su discurso el 25 de mayo oponiéndose a ella, gran parte de sus seguidores en el Congreso terminaron plegados al contrato “reelección por reelección”, mediante el que con la reforma el sector Danilo garantizaba reelegir a senadores y diputados sin importar el sector interno al que pertenecieran. Danilo se encargaría de ir a las provincias a pedir el voto por la reelección y por senadores y diputados porque él quería “su Congreso”.
Hasta ahí llegó Leonel y enmudeció. Danilo volvió a aplastar a Leonel y a escoger a Margarita como su candidata vicepresidencial, dándole la promesa al flamante presidente del PLD de que lo complacería con una nueva reforma para “blindar” mejor la Constitución para no hacer tan fácil su modificación, como el expresidente lo deseaba. De esa promesa solo queda el “yo era” y ahí está la Constitución como lo que siempre ha sido: una infanta que es violada cada día y ultrajada cada vez que el interés grupal y personal se hace presente, no importa su corta edad.
La coyuntura de 2020
¿Alguien tiene duda de que Danilo aspira nuevamente a la Presidencia de la República y de que está dispuesto a hacer lo necesario para llevar al éxito su proyecto? Yo no.
Si Leonel se opone de manera firme a la reelección, habrá división en el PLD. Dicho más claramente: de la única forma que el PLD no se divide antes de las elecciones de 2020 es si Leonel acepta nuevamente que Danilo intente reelegirse o en última instancia propicie una candidatura de su entorno ante la que tanto el actual presidente como el expresidente se abstengan de terciar.
Leonel que no sueñe con que Danilo y su sector dentro del PLD lo van a dejar que retorne al gobierno. Para eso tendría Leonel que infligirle una derrota política contundente, tarea para la que no se le ve fuerza ni resolución.
Leonel acaba de “garantizar” que pese a los vaticinios, el PLD irá unido y ganará las elecciones de 2020. Si es así, entonces el candidato será Danilo y él tendrá que conformarse con su perenne oficio de escudero.
Cabalga el potro de la reelección
Vistas las cosas al día de hoy, la cuenta regresiva de la reelección seguirá su curso imperturbable: pasarán las primarias abiertas y simultáneas, y lo demás viene por añadidura.
Si Leonel tuviera fuerza para enfrentarse a la reelección, quizás llegara a un acuerdo con Danilo para que ambos lancen dos precandidatos a competir por la candidatura presidencial, mientras ellos se consagran a apoyar a sus parciales y a garantizar un proceso democrático, visto como una posible transición para bajar el calor del conflicto Danilo-Leonel.
Ante el impasse de primarias abiertas o cerradas, la mejor propuesta la hizo Temístocles Montás en el programa Hoy Mismo, cuando dijo que ante la evidencia de que los padrones internos de todos los partidos son falsos, lo conveniente sería que la Junta Central Electoral lidere un proceso de saneamiento abriendo un libro por cada partido para que la gente acuda a inscribirse y por tanto a segregarse de los demás, para que al final cada partido tenga un padrón saneado y validado por la JCE.
Son dos acciones que podrían salvar la unidad del PLD, pero solo las aceptaría Danilo si ve ante él una fuerza leonelista devastadora que amenace con arruinarle su proyecto. Si no la hay -y yo no la veo- tengo que repetir que “la reelección de Danilo es un hecho”.
LA FNP PAGÓ UN ALTO PRECIO POR SER LEAL CON FERNÁNDEZ
Contrario a la actitud de los “ingenieros constitucionalistas” que cortejaron a Leonel para que intentara la reelección en el año 2012 por interpretación o reforma de la Constitución, aliados importantes del PLD como la Fuerza Nacional Progresista (FNP) encabezada por Marino Vinicio Castillo enarbolaron la posibilidad de la reelección, pero sujeta a un referéndum consultivo donde el pueblo decidiera sobre la reforma y luego otro para refrendarla.
Esa misma posición enarboló Castillo durante la crisis partidaria de 2015 tras considerar que si la reforma no incluia el referéndum aprobatorio, era peligrosa porque es lo que establece el Artículo 27 2de la Constitución de la República.
La reforma se consumó sin ningún referéndum y la FNP abandonó el gobierno donde tenía posiciones importantes como el Ministerio de Energía y Minas, la Comisión de Ética y Combate a la Corrupción, la Dirección General de Migración, entre otras dependencias.
Los Castillo fueron consecuentes con Leonel hasta el final y tras la materialización de la reelección de Danilo en mayo de 2017, no solo siguieron fuera del gobierno del PLD, sino que forman parte del llamado Bloque Opositor junto con el Partido Reformista (PRSC), el Revolucionario Moderno (PRM), el Quisqueyano Demócrata (PQDC), Alianza País, Alianza por la Democracia (APD), Opción Democrática, Frente Amplio, entre otros.
Estos partidos tienen más de un año actuando juntos y fijando posiciones en torno a problemas políticos del país, pero aun no han definido un programa de unidad electoral.
(ListinDiario)