Es imposible argumentar que Gordon Murray no ha cambiado la faz del mundo automotriz tal como lo conocemos. El hombre es un ícono, y por una buena razón. Sus manos han construido innumerables grandes coches, desde el McLaren F1 hasta el GMA T.50 y su hermano pequeño, el T.33. Pero fue quizá en 1978 cuando el británico saltó a la fama mundial con el BT46B del equipo Brabham de Fórmula 1, cariñosamente bautizado como “fan car”(el coche ventilador).
En la zaga de ese monoplaza propulsado por Alfa Romeo había un ventilador que extraía el aire de debajo del coche, ayudándolo a adherirse al asfalto y creando un vacío debajo del piso del susodicho. Como era de esperar, funcionó increíblemente bien y posteriormente fue prohibido por la FIA de inmediato (solo vivió para competir en una ocasión), viviendo solo en modelos de carretera como el T.50. Ahora bien, imagina implementar esta solución en un coche teledirigido (R/C), porque es lo que ha el youtuber británico del canal ProjectAir.
Ese “autoventilador” creaba, a grandes rasgos, una corriente que succionaba el coche contra el suelo, el llamado efecto suelo que tan de moda se ha vuelto a poner con la temporada 2022 de Fórmula 1. Fue revolucionario y controvertido, pero, lo que es más importante, fue rápido. Por eso los resultados no solo son geniales, sino también entretenidos. Porque James Whomsley es, claramente, un defensor del método científico, ya que compró una pareja de chasis de R/C idénticos, y uno lo modificó uno con la configuración inspirada en el “fan car”.
Rápidamente, Whomsley descubrió los desafíos de construir un vehículo bajo estos principios. Al principio, no podía crear el suficiente vacío contra el suelo, por lo que añadió unas faldillas que, luego, dispararon cualquier cosa debajo del coche fuera del ventilador y al aire. Después de añadir un filtro, el mecanismo se atascó con escombros, lo que provocó una pérdida total de la carga aerodinámica. Como finalmente descubrió a través de varias rondas de pruebas, el suelo horizontal resultó ser un área muy pequeña para generar la suficiente presión.
Sin embargo, al igual que el diseño original de Murray, el coche de radio control (R/C) fue muy rápido. Con un suelo limpio y las faldas adecuadas, el “autoventilador” fue significativamente más fácil de controlar que el coche no modificado, además de ser marginalmente más rápido en una pista de slalom. Marginalmente puede sonar como un fracaso aquí, pero al igual que el BT46B, las ganancias marginales a veces son todo lo que uno necesita para alzarse en lo más alto del podio.
Es posible que se necesiten algunos retoques, pero los avances logrados por la configuración de los ventiladores demostraron a Whomsley, como Murray antes que él, que la idea funciona con algunos retoques. Para Murray, eso condujo a coches de producción como el T.50. Para Whomsley, un coche a control remoto muy mejorado. Y, a partir de ahí, bueno, ¿quién sabe? Tal vez Whomsley esté ahí afuera construyendo icónicos vehículos para los entusiastas algún día.