A partir de esta decisión, Ford Autonomous Vehicles LLC ha pasado a abarcar “todos los aspectos de sus operaciones comerciales de vehículos autónomos, para acelerar su negocio y aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado”, señaló a través de un comunicado el fabricante estadounidense con sede en Dearborn, Michigan.
La naciente área en la casa del óvalo no solo incluirá la integración de sistemas para vehículos no tripulados, sino que también su propia unidad de investigación e ingeniería, el desarrollo de redes de transporte, experiencia del usuario y estrategia comercial.
Con esta nueva división, se espera que en los próximos cinco años Ford invierta $4 billones (4,000 millones) de dólares, cifra que va acompañada de un férreo trabajo vinculado a generar una estrecha red entre su plataforma de conducción autónoma y el equipo de soluciones de movilidad. De esta manera, la firma estadounidense estará mejor posicionada para entregar un buen servicio tanto antes, como después de que el usuario se sumerja en la experiencia de ser trasladado por un robot.
“Ford ha progresado tremendamente en este ámbito, desde el desarrollo de tecnología hasta la innovación en el modelo de negocio y la experiencia del usuario”, señaló el presidente y CEO de Ford Motor Company, Jim Hackett. “Este es el momento de consolidar nuestra plataforma de conducción autónoma con un equipo que se posicione dentro del negocio y aproveche las oportunidades que tenemos por delante”.
La flamante unidad Autonomous Vehicles LLC de Ford será comandada por el actual vicepresidente, Sherif Marakby, y estará localizada en la nueva planta de Corktown, Detroit, lugar desde donde la compañía tendrá, como una de sus misiones, buscar una estructura “para asumir inversiones de terceros”, lo que implica claramente la alternativa de buscar financiamiento externo.
Esta vanguardista apuesta de Ford surge como una reacción al anuncio de su máxima competencia, General Motors, que en mayo pasado reveló un agresivo plan para su nueva filial para carros autónomos, que incluye dos ambiciosos objetivos: la producción a partir del próximo año de un auto sin conductor ni volante y la aspiración de convertirse en la primera marca que fabrique masivamente vehículos autónomos.
Parece muy prometedor este nuevo capítulo de la vieja rivalidad entre las casas norteamericanas, que para Ford puede significar una tremenda posibilidad de crecimiento global, tal como lo expresó Hackett: “Estamos analizando cada parte de nuestro negocio, haciéndolo de la forma más adecuada posible y cerciorándonos de que todas las acciones que llevemos a cabo nos impulsen a responder a nuestros clientes de una forma que vaya en línea con los objetivos que tenemos a nivel de rendimiento”.