En el tercer lugar aparece un clásico. Se trata del Porsche 911 R, el primero de la serie, de 1967. Además de su precioso aspecto, se trataba de un coche de rendimiento notable para su tiempo, e incluso hoy. Con un peso de tan sólo 800 kilogramos, los 210 caballos de su motor bóxer. Sólo se fabricaron 19 unidades, y de manera sorprendente, la marca no tiene ninguno en su colección. Se trataba de un coche muy especial.

En segundo lugar, un coche de competición. El Porsche 917/30 fue la evolución última del legendario 917. Ideado para la Can-Am, tras haber ganado todo en Europa, el 917730 fue el último desarrollo del modelo. En 1973 ganó todas las carreras de la serie, excepto dos, y se hizo con el título. No es de extrañar con su motor bóxer de 12 cilindros y 5.4 litros, biturbo, que entregaba 1.580 caballos. Es, posiblemente, el sport-prototipo más potente de la historia.

Y entonces, el mejor Porsche. Cómo no, el 911 930 Turbo que se produjo entre 1975 y 1989. Es la imagen clásica del Porsche 911. Es el equilibrio perfecto. Es un coche del que existieron casi 19.000 unidades, con su motor bóxer de seis cilindros, turbo, refrigerado por aire, con potencias que fueron de los 260 a los 330 caballos. Sí. Cuando uno piensa en Porsche, este es el que viene a la mente, con su alerón y su sonido tan característico.