Según narra ‘’Melenita’’, lo más importante es que en esos momentos difíciles de perder a un ser querido, usted pueda contar con un amigo que sea capaz de darles las manos.
«Yo en este momento del Covid-19 me ha tocado trasladar a los cementerios los cadáveres de una gran cantidad de las personas que han fallecidos del virus, pero aunque la gente le tiene miedo yo me cuido permanentemente, primero con Dios y luego uso guantes, mascarillas, y cargo un pote de alcohol para lavarme las manos y evitar el contagio y también desinfectar mi taxi fúnebre’’ explicó.
Para la realización de su humano trabajo cuando muy pocas personas pueden acudir a un velatorio o ir a un cementerio, Luis Ortiz dice sacar de abajo, y ponerse al servicio de los familiares, y acostar los asientos de sus taxis y entrar el cadáver e iniciar la carrera hacia el campo santo con la persona fallecida.
Este trabajo lo ha desarrollado con eficiencia, ya que hasta hace poco los servicios de traslados de cadáver no se ofrecían en el Hospital San Vicente de Paul, como esta ocurriendo en la actualidad.
Múltiples historias desgarradoras
Múltiples historias desgarradoras le han tocado vivir cuando se le presenta trasladar a el cadáver de una persona fallecida sin ningún familiar, pues como humano dice no ser indiferente frente a ese drama de dolor que lo golpea en lo más profundo de ser, ‘’pero, aunque me gano el dinero siento también el dolor ajeno’’.
Los testimonios de la gente que han tenido que acudir a Luis Ortiz para que le traslade el cadáver de algún familiar están a diario en las calles de San Francisco, pues con el tiempo que tiene realizando ese fúnebre oficio ha logrado tener su propia clientela que no piensan en carros fúnebres para llevar a su morada final a los fallecidos.
En ocasiones dice sentirse abrumado al tener que trasladar los cadáveres con tanta frecuencia producto del Covid-19 a los cementerios locales, estableciendo que ha tenido que llevar muertos a las poblaciones de Santiago, Samaná, Nagua, y otras localidades de la región nordeste.
Hasta clínicas privadas usan su servicio
‘’A mí me llaman hasta de las clínicas privadas para que vaya a buscar un muerto, y darle sepultura ya que en algunos casos los familiares no aparecen a retirarlos, usted cree que ha sido fácil tengo 30 años en este trabajo, pasando todas clases de situaciones, alguno me pagan y oros no lo hacen porque lo único que tenían era la persona que falleció, y que yo lo único que puedo hacer se ayudarlo en esos momentos difíciles de la vida’’
Describe que el mayor tiempo lo pasa frente al hospital San Vicente de Paúl a la espera de que llegue un cliente para llevarlo algún lugar o que ocurra lo peor, la muerte de alguien, así paso mi vida, ‘’a mí no me importa hora del día o de la noche para servirle a los más necesitados’’
Su principal herramienta es una Station Wagon Toyota modelo 85 que cuando no hay que cargar un cadáver, brinda los servicios normales de como taxista, vehículo al que mantiene totalmente desinfartado permanentemente, ya que según dice él es el primero que debe de cuidarse.
Siente temor de continuar el servicio
Aunque por el tiempo que lleva realizando el trabajo de conductor de fallecidos, funciones que la hace porque las ambulancias no cargan cadáveres, por primera vez esas funciones están afectadas, pues con la disposición de dos empresas de uniformarse para trasladar a los fallecidos del coronavirus a los cementerios, ahora tendrá que conformarse con brindar los servicios de taxista frente al hospital San Vicente de Paul donde ha trabajo por muchos años.
Para Melenita el realizar el trabajo fúnebre, representa una reflexión sobre el final de la vida y la muerte, ‘’tanto tiene tanto vale’’ aquellos de nombres sonoros y de grandes riquezas no lo necesitan, pero lo más pobres pensaran siempre el taxista del hospital.
‘’Honrar, acompañar, tocar, escuchar, abrazar y aprehender, pero vivimos rápido, muy rápido, y la inmediatez pone en riesgo la existencia del arte de acompañar, de acompañarnos hasta el final’’, Elizabeth Kübler.