En un pueblo del municipio de Villa Riva, trayecto arribapor calles arruinadas por evidentes intervenciones, vivía con sus dos hijosJacqueline Hiciano Pichardo, de 42 años; allí donde, según comentan lasfuentes, son frecuentes los rumores de embarcaciones que zarpan rumbo a otrapatria. Fue en una de estas que salió el pasado miércoles con dirección haciala vecina isla Puerto Rico en conjunto con más de una docena de personas,quienes anhelaban “un mejor porvenir”.
El día que se marchó, lo hizo sin decir palabra. A pesar deque la dama vivía fuera de su casa de crianza, su padre, Adrián Hiciano, entrelos gritos de los allegados que se reunieron para darle un último adiós, cuentaque siempre iba de visita en las mañanas a ayudar a su madre con los quehaceresdel hogar. Sin embargo, ese día nunca llegó, lo que les indicaba que su hija había cumplido su promesa de marcharse.
“Hoy uno no quisiera decir, y le da hasta impotencia hablar,que una muchacha joven, de ideas claras, que con tanto sacrificio se preparópara estudiar, se quede con un título de profesora debajo del brazo porque ensu país no se le puede dar trabajo”, expresó el Hiciano con lágrimas en lamirada, quien vio por última vez a su hija el pasado martes.
“Alegre, siempre sonriendo; cariñosa, buena madre, buenahija”, fueron las palabras con las que su padre describe a Jacqueline,alegando, además, que su mayor preocupación era ayudar a sus hijos y a su mamá.Esta se había graduado de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA) y más deuna vez concursó para servir a su país impartiendo docencia, llevándose una queotra decepción en el proceso.
“Ella decía que no podía soportar ver a su mamá con lanecesidad de ir al médico y que no fuera, por falta de recursos”, expresa, a loque agrega que esta sufre de diabetes y osteoporosis, por lo que la necesidadde medicación era frecuente y esta no contaba con seguro médico.
En esta embarcación que zozobró, además del fallecimiento deJacqueline, también se confirmó el deceso de Raudy Antigua Durán y DianaCarolina Lopez Rosario, residentes en El Mango de Las Coles y Guaraguao,respectivamente. Según datos extraoficiales, los náufragos viajaban a bordo deun yate que sorpresivamente se llenó de agua, sin darle tiempo a que losocupantes reaccionaran debido a que se encontraban dentro del camarote.
“Recaigo parte de la culpa a la falta de oportunidades quetienen nuestros jóvenes”, lamenta el señor Hiciano, con la voz quebrada,sosteniendo que perdió a su hija, tras esta morir ahogada “en búsqueda de mejorsuerte siendo profesional”, ya que la misma no las encontraba en su tierranatal.
Aún se conoce poco sobre cómo y dónde naufragó la embarcación. Pese a que el resto de sobrevivientes fueron detenidos, lasautoridades del país y el vecino Puerto Rico no han ofrecido detalles alrespecto.
Otra víctima
“Ora por mí, que yo me voy de viaje”, fue la únicareferencia de su partida que hizo Diana Carolina López Rosario, otra de lastres víctimas del naufragio, a su prima Johanna López, ya que poco habíacomentado sobre sus intenciones. Cuando el barco zarpó hacia su muerte, tenía35 años y tres hijos, uno de ellos menor de edad.
Según expresa Johanna, perdieron a quien consolaba a la familia y motorizaba todos los encuentros entre ellos.
López comenta que desde que era muy joven este tipo deviajes son comunes en la localidad porque, en su mayoría, las personas quetoman el riesgo de salir en yola de manera ilegal hacia Puerto Rico, tienen elsueño de “progresar”.
Viajes ilegales
Cada cierto tiempo es frecuente escuchar sobre embarcacionesque salen desde zonas costeras en los municipios Sánchez, Samaná y Las Galeras,al igual que Nagua, sin una garantía de que quienes van a bordo lleguen asalvo.