Aunque el día exacto de su fundación cambia según diversos autores, han establecido el 7 de noviembre de 1907, en horas de la mañana, como el día oficial.
El relato de Enrique Santamaría
“La noche del 15 de noviembre de 1907, a invitación de don Vicente María Vallejo y en su residencia de la calle El Conde No.85, donde luego estuvo el establecimiento de Roquito Capano, se reunieron un grupo de magnates beisboleros que ansiaban formar un club para dar la batalla a los entonces existentes “Casino” y “Vía” y luego al “Ozama” y “Nuevo Club». (Negritas C.C).
Enrique Hernández, apodado “El Indio Bravo”, un legendario lanzador de bola encendida y certero control, era la estrella máxima del “Nuevo Club” el que derrotaba fácilmente a todos sus rivales.
Los veinte fundadores
De acuerdo con nuestras investigaciones, fueron 20 deportistas los fundadores de “El Glorioso”. He aquí sus nombres.
1.- Vicente María Vallejo
2.- Luis Fiallo.
3.- Jacinto –Pichán- Vallejo
4.- Luis Castillo
5.- Carlos –Cuncún- Pou
6.- Salvador Piñeyro
7.- Álvaro Álvarez
8.- Ricardo Arturo –Tutú- Martínez
9.- Ángel Mieses Lajara
10.- Chichí Mueses
11.- Federico E. Fiallo
12.- Arturo -Tutulí- Perdomo
13.- Luis Vallejo de la Concha
14. – George –Geo- Pou Primet
15. – Manuel E. (Bi) Sánchez
16.- Virgilio Abreu L.
17.- Alberto Peña
18.- Arturo Nolasco
19.- Tulio H. Pina
20.- Virgilio –Niñito- Penson
Un nombre mítico y romántico
En principio el nombre para el nuevo equipo no se pudo decidir, porque no se encontró una palabra de cinco letras que gustara a los fundadores. Se pensó en “Ideal”, que posee las cinco letras que se requerían para engalanar el que sería el flamante uniforme, pero el nombre no fue del agrado de la mayoría.
Días después Francisco (Pancho) Fiallo, hermano de Luis Fiallo, quien residía en Moca, sugirió el nombre Licey, argumentando que existía un arroyuelo entre La Vega y Moca, que cuando llovía mucho se desbordaba haciendo difícil su cruce, constituyendo entonces un peligro para los que trataban de cruzarlo a caballo, manera de viajar durante aquellos años iniciales del siglo veinte.
El pacífico Licey corriendo entre el boscaje lucía pintoresco, pero cuando sus aguas se hinchaban por las lluvias y torrenteras, se transformaban en bravío y respetable. En la casi ecológica proposición del nombre por Fiallo, se dijo luego que influyó el hecho personal de que Pancho Fiallo tuvo un romance con una moza cibaeña que le hizo tomar cariño al lugar.
Si ello fuese así, (y ahora entramos en la mitología poética y en el romance) sería entonces el surgimiento del nombre Licey, una especie de remedo de amores viejos mezclados con el paisaje, el agua fresca y tranquila azuzada a veces por el vendaval y la lluvia que hinchaba las venas del arroyo.
Ningún marco tan atractivo y bello para escoger el nombre mítico de un equipo de béisbol. Quizás podamos, un día, armar la mitología completa y casi metafórica del equipo de béisbol de mayores éxitos en la vida del pueblo dominicano.
Algunos dicen que la palabra Licey es de origen indígena y significa “hombre valiente y osado”, pero nada lo comprueba, aunque valientes y osadas han sido las múltiples batallas de “El Glorioso” cuando desbordado ha dado mucha “agua de beber” a sus contendientes.
Vale destacar que ni el color azul ni el sobrenombre de Tigres surgieron en aquella época de 1907, ya que el primer uniforme usado por el Licey fue de kaki gris y el segundo del kaki amarillo, por lo cual durante varios años los integrantes del equipo fueron llamados “los amarillitos”. Sería hacia 1910 cuando se importó el primer uniforme blanco-crema, con medias blancas y rojas.
El uniforme se diferenciaba de los demás por estar rayado con unas finísimas listas azules y con la víscera de la gorra del mismo color. Entonces ya se le empezó a llamar “el team azul” y por las rayas se le aplicó el sobrenombre de Tigres, dando con ello pábulo a la agresividad que se suponía en un equipo con estas “feroces” características.
En aquellos tiempos de principios de nuestro béisbol, el play en el que jugaban los Tigres, estaba cercado únicamente con alambres de púas y el público se acomodaba de pie a ambos lados del terreno para presenciar los partidos.
De 1907 a 1909, Licey tuvo como únicos rivales a los equipos “Ozama” y “Nuevo Club”, éste último el más peligroso de los dos, con mandados por el inolvidable profesor Lulú Pérez, maestro que enseñó los secretos del “pitcheo” a Enrique Hernández, conocido como “Indio Bravo”, inmortal del béisbol, de quien se afirma que fue el mejor lanzador dominicano de aquellos tiempos. El Indio lanzaba una curva de tal naturaleza, que era materialmente imposible para los bateadores de poder (“sluggers”) conectarla.
De ahí que cada vez que Hernández se colocaba en el montículo, se podía asegurar el triunfo de sus colores. Le llamaban con el apodo del “Indio Bravo”, por su color acentuadamente mestizo y su lacia melena. Más tarde el Indio ingresó a las filas liceístas y naturalmente los azules se beneficiaron con esa magnífica adquisición, a la vez que se quitaron de encima a su más peligroso enemigo.
La documentación sobre este período es pobre, y vale señalar que los encuentros entre Licey y los pocos rivales de la época eran más que esporádicos. Se trataba entonces de un béisbol amateur, con novenas integrables en función de calendarios de oportunidad.
En 1909, gran parte de los jugadores iníciales del Licey habían desaparecido, achacándose el cambio de caras a la influencia de Enrique Hernández, cuya terrible bola hacía estragos en el bando azul, obligando al equipo a renovar continuamente sus jugadores en un esfuerzo por derrotar al “Nuevo Club.
En 1909-1910 Totoño Hernández pasó a jugar la tercera base, alternándose en esa posición con Pichín Mueses y Arturo Paz, quien también trabajaba como lanzador; Julito de la Rocha ocuparía la inicial; Vicente Pichardo la segunda almohadilla y Herófilo Maggiolo (tío de la ex voleibolista e inmortal Alicia Cruzado Maggiolo y del escritor dominicano Marcio Veloz Maggiolo), ocupaba un puesto en los jardines.
Fue Maggiolo el bateador de más largo metraje de aquellos años. Era el más poderoso “slugger” o toletero, como decimos hoy. Durante esos años se acuñó una frase relacionada por el poder de este bateador. Cuando se trataba de dar relevancia que caía en la exageración se decía: “ni el batazo de Maggiolo”, refiriéndose a uno de los estacazos de este jugador
De 1909 a 1912, las figuras más relucientes dentro de la grey azul, fueron Pindú Miranda, tanto en los bosques como en el bate; Tulio H. Pina desde el montículo y Arturo Paz en la defensiva y ofensiva. Luis Castillo era el manager y tesorero del club, mientras que Federico Fiallo, luego militar de alto rango durante la dictadura de Trujillo era el capitán y otro de los lanzadores estrellas del team.
La primera serie registrada en Santo Domingo entre equipo de primera categoría se celebró entra Gimnasio Escolar y Licey editada a tres encuentros y ganada por los primeros por dos juegos a favor en 1911.
Licey viajó a San Pedro de Macorís, a los terrenos del Miramar contra el equipo Macorís a quien venció 11-8 en el mes de noviembre de 1911. Para cerrar el año, en diciembre se efectuó el primer encuentro contra el Nuevo Club, ganando este conjunto en el inició de la primera gran rivalidad del beisbol local.
Ignacio Guerra, presidente de la Liga Nacional de Beisbol patrocinó un torneo de agosto de 1912 hasta febrero de 1913, entre Nuevo Club, Ozama y Licey, pero para el último mes de la temporada Licey contrató jugadores importados de Cuba y Puerto Rico y el resto de los equipos reclamó que eran profesionales. Nuevo Club se retiró y terminó el torneo.
Concluido dicho torneo continuaron los enfrentamientos entre el Nuevo Club, Nashville y Licey. En septiembre después de muchas discusiones Licey-Nuevo Club jugaron una serie a once choques en el Gimnasio Escolar, quedando empatas a nueve por bando. Licey se reforzó con cubanos y puertorriqueños.
Ya más tardíamente, y muy posiblemente hacia 1913, se habían instalado graderías de madera desde donde los fanáticos podían ver los juegos de pie. Solamente las directivas del Licey y el “Nuevo Club” poseían palcos.
Para la noche buena del 1913, los directivos del Licey rifaron una casa del club ubicada en la calle El Conde, para poder construir el Licey Park (hoy parque Enriquillo), inaugurado el cuatro de octubre de 1914 en Villa Francisca con la presencia del Doctor Ramón Báez, presidente de la república y quien realizó el lanzamiento de la primera bola en juego contra el Nuevo Club.
En marzo de 1914, Licey jugó una partido en Barahona contra el Independencia.
La primera serie jugada en Licey Park se efectuó en octubre, ganada por los Tigres en cinco juegos; Una segunda serie involucró a Legalistas a once encuentras ganada por el Licey con marca de 6-2.
Se jugaron varias series en los meses restantes del año entre Nuevo Club, Licey, Washington, Weeling, Petrel y Nashville, equipos de la Marina de Guerra Norteamericana que merodeaban las aguas territoriales como preludio de la invasión de 1916.
En julio de 1915 Nuevo Club le gana una serie al Licey, originándose una crisis entre los equipos de primera división de la capital dominicana y a finales de año los periódicos publicaron las bases de un concurso para trasladar el Licey Park, ubicado en Villa Francisca al Gimnasio Escolar.
De 1916 a 1917, hizo su primera aparición en el país el boricua Pedro Miguel Caratini, joven e inteligente defensor del campo corto y bateador consistente, quien vino al país en las filas del equipo Ponce, durante un intercambio deportivo.
Nuevo Club jugó su último encuentro derrotando al Licey 14-7 el cuatro de enero de 1917 en el Licey Park, dejando en el escenario al Columbia, San Carlos y Licey. Sin mucha organización jugaban con el USMC equipo de la Marina Estadounidense.
A finales del año, como los marines siempre le ganaban a Licey y San Carlos, los criollos conformaron un equipo denominado Estrellas Dominicana, con los mejores jugadores de la época, derrotando a los marinos estadounidenses en los tres juegos que se vieron las caras.
Los encuentros siguieron efectuándose en el Gimnasio Escolar entre San Carlos, Licey, USMC y una selección conformadas por los mejores criollos en 1918.
En diciembre la directiva del Licey reorganizó el equipo, quedando en la presidencia Ángel Miéses Lajara, Virgilio Abreu, como vicepresidente y Fernand A. Miranda (Pindú) fue nombrado como manager.
Dominicanos y guardias marinos se jugaban la dignidad nacional en 1919, ya que era el único terreno que los criollo les podían ganar y vencerá a los interventores.
En 1920, los equipos locales tenían dificultades para superar al Licey. El boricua Pirique Andreu, lanzador derecho y el Rojo Gugú Selig jugaron un béisbol de primera calidad. En mayo Licey-San Carlos jugaron una serie benéfica a siete juegos, ganada por Licey 4-1.
Los Leones de Ponce se enfrentaron a San Carlos, Licey y las Estrellas Dominicanas, los boricuas ganaron las series a los equipos locales. En diciembre Licey viajó a Baní y La Romana, expandiendo el beisbol al resto de la nación.
El jueves 17 de febrero de 1921 se constituyó el equipo del Escogido, el que se convertiría en el más fuerte rival de los Azules del Licey. El Nuevo Club fue una de las novenas que más calor le dio al Tigre, pero dejó de existir en 1917; también el San Carlos batalló con el felino.
Equipo 1921
El principal ejecutivo del Licey, don Geo Pou, fue la persona que propuso que el nuevo team llevara el nombre de Escogido, pues el mismo contenía peloteros de varios combinados. Los rojos buscaron jugadores de clubes tales como Los Muchachos, San Carlos y Delco Light, equipos de la época.
En otras palabras, al hacerse la búsqueda de un combinado selecto para enfrentar al Licey, es éste, el que indirectamente ayuda a proclamar el nombre del club que surgió en 1921 y con el que mantendría una lucha constante a través de los años. De allí que la tradición bautizara al Licey y al Escogido como “los eternos rivales”.
La primera serie entre Azules y Rojos, fue un empate a 9 juegos. En la segunda contienda los tigres superaron a sus rivales en 7 partidos. Luego en ese mismo 1921 el equipo añil derrotó al equipo de la marina americana U.S.M.C en 7 encuentros y al “Restauración” en 4 desafíos.
Aquel mismo año, los Tigres traspusieron las montañas del Cibao, para ser el primer equipo capitaleño en jugar en esa región. Eso ocurrió en agosto, cuando los azules dirigidos por el capitán Caratini, ganaron cinco juegos en Santiago y tres en La Vega.