Pero quien estuvo frente a la TV hasta la madrugada caribeña del domingo o siguió las incidencias por cualquier canal se enteró del partido que dispara a las cuyayas a otro escalón.
La victoria 4-1 sobre los puertorriqueños Criollos de Caguas corona un año que será imposible de olvidar, repleto de épica, imposible de rendirse.
Fue el equipo que comenzó a trabajar el 5 de octubre con su “early camp” que sirvió de laboratorio a Lidom y Salud Pública para diseñar una temporada bajo un letal monstruo invisible (COVID-19) que tiene el mundo de rodilla. Y el último en terminar en una travesía de cuatro meses de emociones como si se tratara de una montaña rusa y provocar infartos.
Gran animador y actor relevante de la Lidom desde su creación en 1951, si bien la rivalidad con el Licey data desde ese entonces hasta la campaña 1995-96 la novena santiaguera fue tercera en coronas cuando superó al Escogido (12-11) y quedaba a media distancia de los Tigres (15).
Desde entonces nadie ha ganado más que los amarillos (10 títulos) y acaban de dar caza al Glorioso (22 cetros) a pesar de una sequía de nueve torneos en blanco (2009-2017), un tramo exitoso que se extendió a la Serie del Caribe y hoy son el segundo club más ganador del torneo regional, con la vista puesta en su verdadero eterno rival, Licey (10).
Con el sexto banderín caribeño conseguido en Mazatlán las cuyayas dejaron atrás a los puertorriqueños Caguas y Cangrejeros de Santurce.
Un resultado que echó otro baño de barniz a su dirigente Félix Fermín, que ha sido capataz en cuatro de esos triunfos, máximo de todos los tiempos.
Para no olvidar
Si antes de ganar el boleto para viajar a suelo mexicano se requirió de épica para remontar ante unos Gigantes del Cibao que ganaban la final 3-1 lo que se vivió en el estadio Teodoro Mariscal merece un capítulo para subrayar en la historia de los clásicos.
Ser el primer conjunto que gana con 7-0, hacerlo con un diferencial de +18 carreras (33 anotadas y 15 permitidas) no dice toda la verdad de las emociones que se vivieron. Así de mentirosas suelen ser las estadísticas.
Ya clasificado para la segunda ronda con el arranque de 3-0 gracias a las sólidas aperturas de Carlos Martínez, César Valdez y Joe Van Meter y al bate de Juan Lagares y Robinson Canó, asegurar el primer lugar ante los venezolanos Caribes de Anzoátegui requirió de mantener un relevo neutralizante, la versatilidad de Junior Lake y el oportunismo de Robel García para el 2-0 el miércoles.
Sellar el 5-0 ante los colombianos Caimanes de Barranquilla el viernes exigió hasta la novena entrada cuando el cubano Rangel Ravelo pegó un hit en el noveno para dejar a los cafeteros en el terreno.
Ya en la semifinal ante los panameños Federales de Chiriquí, la novela de ensueño estuvo a punto de arruinarse, caía 3-2 con dos outs, y apareció el batazo del emergente Carlos Paulino para la definición y un Johan Camargo cuya anotada definitiva le destapó una celebración natural, pero ante el conjunto de su país, que le ha costado tantas críticas entre sus compatriotas que requirió un comunicado “aclaratorio”.
Ante Caguas y unos boricuas que motivan como nadie a los quisqueyanos, Valdez respondió, Camargo como Ronald Guzmán, que se apunta su primer título como profesional, a los 26 años.
Un núcleo campeón local que sacó el mayor provecho a los refuerzos que llevó. Canó agrega otro cetro a un brillante palmares que solo lo mancha él con las jeringas. Ahora el petromacorisano tiene Clásico, Serie Mundial y del Caribe.
Es el equipo de Melky Cabrera, del MVP Lagares, de Ramón Torres, de Francisco Peña, de Juan Carlos Pérez, de Luis Castillo, Fernando Abad, Wirfin Obispo y Jumbo Díaz.
Segundo al hilo
Los equipos dominicanos dominaron la Serie del Caribe en la segunda etapa donde se premiaba la regularidad (el que más gane).
Costó obtener la corona cuando se instauró el sistema de eliminatoria en 2013. Sin embargo, tras los Toros del Este romper el maleficio en 2020 ahora las Águilas suman el segundo.