A quienes deseen tener la experiencia de poder ver en vivo la acción de los Cachorros les costará 350 dólares la entrada, y lo harán desde el otro lado de la calle donde se encuentra el legendario estadio, rodeado de terrazas que ya son icónicas en la historia de la ciudad.
"Voy a tener que lanzar algunas pelotas a las terrazas y darles un buen baile shimmy", bromeó este miércoles el jardinero izquierdo de los Cachorros y bateador designado Kyle Schwarber en una videoconferencia con los periodistas.
Solo un jugador, Glen Allen Hill, en el año 2000, ha golpeado una pelota que se fue hasta el otro lado de la calle donde se encuentra el Wrigley Field.
La mayoría de las terrazas más allá de los jardines izquierdo y derecho son propiedad de los Cachorros, que todavía están descubriendo cómo distribuir sus entradas.
Pero varias azoteas de propiedad privada ya tienen entradas a la venta, incluido una en el campo izquierdo llamada Wrigley View Rooftops que anuncia boletos a 350 dólares o 250 los domingos. Eso incluye comida junto con cerveza y vino.
Las entradas en la azotea de los edificios adyacentes al Wrigley Field generalmente cuestan entre 150 y 300 dólares, con mayor coste cuando se trata de un partido de playoffs.
Los próximos partidos que se vayan a disputar en el Wrigley Field cuando de inicio la reducida temporada regular, será de 60 encuentros, se seguirán las pautas de los CDC, incluidas las comprobaciones de temperatura antes de ingresar al edificio.
Las entradas en la azotea de los edificios adyacentes al Wrigley Field generalmente cuestan entre 150 y 300 dólares, con mayor coste cuando se trata de un partido de playoffs.
El día de apertura está agotado, pero las entradas permanecen para el resto de la serie de apertura de los Cachorros.
Los jugadores pueden o no escuchar los vítores desde allí, pero lo harán desde su propio sistema de sonido.
Cachorros es uno de los equipos que experimentan con la canalización del ruido de los aficionados, como lo hicieron la pasada noche durante el partido entre los equipos formados con los jugadores de la plantilla.
"Me di cuenta de eso", comentó el lanzador Craig Kimbrel. "Es diferente. Todos vamos a tratar de resolverlo a medida que avanzamos. Qué funciona y qué no".
Además del ruido de los aficionados, los Cachorros también colocaron cánticos de ánimo a los jugadores como "Javy, Javy" cuando el campocorto puertorriqueño Javier Báez llegó al plato.
Le preguntaron a Schwarber si le gusta el ruido falso de los aficionados o si prefiere el silencio.
"No me afecta", respondió. "Cuando estamos en la caja de bateo, estamos concentrados en lo que vamos a hacer y eso realmente no nos afecta".
Por su parte, el nuevo manejador de los Cachorros, David Ross, agregó que solo quiere "algo de energía con canciones y un canto de Javy que tocaron. Creo que el equipo del marcador está trabajando en cómo podría ser mejor para ellos".
Todavía no hay indicios de si los Cachorros planean organizar abucheos cuando algo va a favor del oponente, pero hay mucho tiempo para experimentar.