Es indiscutible que el estadounidense Floyd Mayweatheres el mejor libra por libra de por lo menos los últimos 20 años. También nadie puede negar que Conor Mcgregorparece la mismísima reencarnación de un gladiador romano que a base de sangre y habilidad lucha contra lo imposible.
Sin embargo, la pelea del siglo pareció más un baile de salón que una pelea entre dos de los mejores luchadores de la historia.
Algunos factores ponen en evidencia que este gran evento deportivo no fue más que un espectáculo guionado:
1) En la previa se filtró el rumor de que ambos peleadores viajaron juntos en el mismo avión privado. Como viejos amigos que estaban iniciando un plan maestro para renovar su colección de autos de lujo.
2) Durante los primeros rounds de la pelea Mcgregor tuvo espacio para no quedar como un payaso. Floyd le prestó el centro del ring para que se lleve algunos aplausos. La versión oficial dice que fue parte de la estrategia del Money Team, pero todos sabemos que si Mayweather quería se lo comía en pocos rounds.
3) No es normal escuchar a un polémico como McGregor reconocer el talento de sus rivales. Al final de esta pelea no fueron más que flores para el dueño del récord 50-0.
4) El arbitro de la pelea fue exageradamente permisivo. Mientras el irlandés cometía una infracción tras otra (raro para un tipo que desde muy chiquito ya lo habían entrenado como boxeador, inclusive si después dedico su vida a otra disciplina), Robert Byrd hizo la vista gorda.
5) “Que nadie salga lastimado”. Byrd paró la pelea cuando McGregor demostró el primer síntoma de cansancio. Que no nos extrañe que muy pronto, demasiado pronto, este haciendo una nueva pelea de MMA en UFC.
Cabe recordar que, la anterior pelea de Mayweather, contra Manny Pacquiao, también fue tildada de fraude al descubrirse que el filipino se encontraba lesionado en el momento del combate.