Desde la comunidad científica no hay un consenso claro sobre el plazo de tiempo normal para extrañar y desear volver con nuestra pareja, por lo que los lapsos que se han propuesto son diferentes entre sí.

El tiempo de la relación multiplicado por dos

Según la psicóloga Belén Alvarado, las personas no terminan de superar su relación pasada si no es en el doble de tiempo que duró la relación en cuestión. Por ejemplo, si esta duró dos años, nosotros terminaríamos de superarla en los cuatro años siguientes.

Esta perspectiva tiene la “ventaja” de proponer un lapso de tiempo que es directamente proporcional a la duración de la relación y también del estrecho vínculo emocional que pudo gestarse en ese lapso, facilitando el “borrón y cuenta nueva” que la persona debe hacer.

Sin embargo, el tiempo de la relación por dos resulta en un periodo bastante extendido al que la mayoría de las personas puede no estar dispuesta a esperar, iniciando relaciones mucho antes de lo sugerido por esta propuesta.

Primeras semanas siguientes a la ruptura

Según el National Institute of Health, el desánimo y tristeza ocasionados por la ruptura amorosa tiene una duración de unas pocas semanas, extendiéndose como máximo por un periodo de 3 meses.

Según el estudio, la actividad hormonal asociada a la “depresión” posterior a la ruptura tiene un pico de actividad bastante similar al que ocurre a inicios de la relación y que da lugar a la “euforia” que caracteriza a las parejas que tienen poco tiempo juntos.

Ambos picos de actividad tienen sus fundamentos en una importante actividad hormonal de las personas, actividad que se normalizará con el paso del tiempo hasta llegar a un estado más estable.

Once semanas

Según un estudio publicado en el Journal of Positive Psychology, el tiempo idóneo para superar un rompimiento amoroso y darnos cuenta de todo lo positivo que generó en nuestra vida sería de 11 semanas, es decir, casi 3 meses.

Según este estudio, este plazo de tiempo se consigue si ayudamos a nuestro cuerpo a recuperarse más rápidamente de la relación, lo que puede lograrse si fomentamos la liberación de endorfinas que inciden en el estado de ánimo.