Aunque no se han encontrado restos humanos en el sitio de Syltholm, los arqueólogos encontraron un chicle de abedul.
El ADN en el chicle estaba tan bien conservado que los investigadores pudieron ofrecer un vistazo de la niña que lo había masticado y una instantánea de su vida.
La niña (imagen del artista arriba) tenía cabello negro, ojos azules y piel oscura, y estaba más relacionado con los cazadores-recolectores de Europa occidental que con los agricultores que se habían establecido más recientemente en la región. Dejó restos de su comida más reciente en el chicle: había estado masticando avellanas y comido pato.
Pero su microbioma oral también reveló que la vida podría ser difícil: tenía el virus de Epstein-Barr y probablemente había sufrido mononucleosis en su vida.
El año pasado, los investigadores obtuvieron algunas secuencias genéticas de chicles incluso más antiguos de Escandinavia. Como se predijo, estos tacos ahora se están convirtiendo en un recurso útil para los investigadores.