Desgraciadamente, no es la primera vez que sucede algo así en Londres. Y, quizá, el lugar del que provenía el muerto es, cuando menos, sorprendente. No se trataba de un suicida como cualquiera habría pensado a priori, sino de un polizón que se había caído del fondo de un jet cuando este se acercaba al aeropuerto para aterrizar, según relata "NBC". ¿Lo peor? No es la primera vez que sucede algo así.
Más de tres cuartas partes mueren en el intento, pues en el tren de aterrizaje no tienen calefacción, oxígeno ni presión. Otros fallecen al caer
Por supuesto, no todos los días llueven hombres del cielo, pero no es la primera ocasión en la que una persona intenta llegar a un país como polizón en un avión. Algunos intentan colarse en los huecos de las ruedas. Según Stephen Véronneau, de la Administración Federal de aviación de Estados Unidos, desde 1947 ha identificado a 96 individuos que han tratado de hacerlo de esta manera desesperada.
Más de tres cuartas partes mueren en el intento, pues en el tren de aterrizaje no tienen calefacción, oxígeno ni presión, elementos cruciales para sobrevivir en altitud. Otros, como el cuerpo encontrado, fallecen al caer cuando el avión desplega sus ruedas dispuesto a aterrizar. En 2001, por ejemplo, fue hallado el cuerpo del paquistaní Mohammed Ayaz en un aparcamiento. En 2002 se encontraron los cuerpos de dos niños, de unos 12 años, en el tren de aterrizaje de un vuelo de Ghana Airways procedente de Acra. En septiembre de 2012 un joven de 30 años de Mozambique murió de la misma manera.
Es difícil imaginar la desesperación que lleva a una persona a viajar en tales circunstancias, sabiendo que, probablemente, no llegará nunca a tierra
También se hizo gran eco en los medios la historia del cadáver de Mortlake en 2014. Un domingo 9 de septiembre, sobre las 7:30 de la mañana, una persona cayó del cielo y se estampó contra el pavimento. Por supuesto, las primeras hipótesis ante un caso similar son las del suicidio, ¿quién podría pensar que venía de un avión? Sin embargo, el detective encargado del caso, Jeremy Allsup, ató cabos: el cadáver era el de un polizón que había viajado en un vuelo proveniente de Angola.
Se llamaba Josef Matada y tenía 26 años. Toda la información sobre su persona se supo gracias a una mujer que mantenía contacto con él, Jessica Hunt. Le contó a Allsup que el fallecido había huido de Angola en busca de una vida mejor pero a este la explicación no le valió: había encontrado en su tarjeta SIM los restos de un último mensaje: "Por favor, amor, llámame". Al parecer Hunt y Matada eran más íntimos de lo que a primera vista se hubiera podido prever. Matada no había huido de África, como se creyó en un primer momento, en busca de una vida mejor, sino para reunirse con su amor.
Del fallecido que apareció el pasado 30 de junio, por ahora, poco se sabe, aunque Kenya Airways ha explicado que viajaba desde Nairobi a Londres, pues se encontraron agua y comida en el tren de aterrizaje del avión cuando este aterrizó. Es difícil siquiera imaginar la desesperación absoluta que lleva a una persona a atraverse a viajar en tales circunstancias, sabiendo que, probablemente, no llegará nunca a tierra. Una situación en la que no hay nada que perder y quizá todo por ganar. Si la suerte no juega en tu contra.