En el corazón de Camden, barrio turístico y a la moda, uncartel sobre la puerta de unos antiguos establos que dice “Museo de la Vagina”suscita la curiosidad de los viandantes.
Rodeado de tiendas de ropa usada y souvenirs, el lugar, queabre al público este sábado, será el primer museo permanente totalmentededicado a esa parte de la anatomía femenina.
“Descubrí que había un museo del pene y no su equivalentepara la vagina, así que lo creé”, afirma simplemente Florence Schechter, unadivulgadora científica que ya había organizado tres exposiciones temporalessobre el tema en los últimos dos años.
Lejos de ser un gabinete de curiosidades, este pequeño museoquiere ser un lugar didáctico para todos los públicos. Su primera exposicióntemporal está dedicada a los “mitos de la vagina”.
Bajo el título “Si utilizas un tampón puedes perder lavirginidad” o “la regla es suciedad”, unos carteles desmontan estas afirmacionescon la ayuda de esquemas y argumentos.
Schechter asegura que no se trata solo de educar y mejorarla autoestima, sino también de una cuestión de salud pública.
– Demasiada vergüenza –
“A algunas personas les da demasiada vergüenza consultar aun médico cuando sienten síntomas y literalmente se mueren por estos problemas,porque no se descubren suficientemente pronto cuestiones como el cáncer delcuello del útero”, se indigna.
Un estudio realizado por una asociación británicaespecializada en la prevención de esta enfermedad reveló el año pasado que unamujer de cada cuatro evita hacerse una citología cervical, y hasta la mitad deellas lo hace por vergüenza.
Otro estudio, realizado por YouGov el pasado marzo mostróque la mitad de los británicos son incapaces de situar la vagina en un esquemade la vulva femenina.
El estudio mostró también que las mujeres conocen mal suanatomía: más de la mitad de las entrevistadas ignoraba por ejemplo que no esnecesario lavar la vagina.
Un cuestionario en la entrada del museo invita a losvisitantes a probar sus conocimientos.
Una parte de la exposición está dedicada a la higiene.Muestra por ejemplo productos vendidos en el comercio con promesas increíbles,como los “jabones de virginidad” y las cremas que supuestamente aportanfirmeza.
“Estos productos perpetúan la idea en la mente de lasmujeres de que su vagina no está suficientemente bien”, subraya Sarah Creed,comisaria de la exposición.
– “¡Lo siento, mamá!” –
La menstruación se convierte en algo bello gracias a unaescultura de un tampón sobre el cual la sangre ha sido remplazada porbrillantes lentejuelas.
Menos glamurosas, también se exponen prendas de ropainterior manchadas con pérdidas vaginales, para recordar que estas secrecionesson naturales.
“¡Son mis bragas manchadas!”, reconoce la comisaria de laexposición, “las he enmarcado para decir que no hay ningún problema”. “¡Losiento, mamá!”, bromea.
Con la nueva ola feminista, “tendremos seguramente másvisitantes de los que habríamos tenido hace unos años”, dice su directora.
“Creo que estamos viviendo un gran cambio social y somoparte de él”, se congratula.
La autorización acordada al museo de vender bebidasalcohólicas preocupa a algunos vecinos del barrio, temerosos de que el lugaratraiga a jóvenes desenfrenados para celebrar despedidas de solteros.
Pero quienes busquen excitación erótica corren el riesgo deuna gran decepción, porque la exposición es más pedagógica que picante.
Aunque podrán consolarse comprando un pequeño regalo en latienda del museo, como pendientes o colgantes en forma de vulva o postales quedicen “Viva la Vulva”.