Una mañana, le arrestaron por conducir “bajo los efectos del alcohol”. La tasa de esta sustancia en su cuerpo estaba disparada. Pero el detenido aseguró que no había ingerido ni una sola gota.
En un principio, los médicos no creían que este hombre pudiera presentar estos síntomas sin haber bebido alcohol. Se le trató con depresivos y se le ofreció terapia psicológica, pero no fue hasta tres años después de sufrir los síntomas que no se le diagnosticó correctamente lo que tenía.
Su cuadro clínico y su diagnóstico coincidió con el síndrome de fermentación automática, auto-brewery syndrome (ABS), en inglés.
El caso de este hombre, que de alguna manera se emborrachó con algo parecido a cerveza “fabricada” en su propio organismo, es aislado pero no único.
Esta condición, que varios doctores describen como “menos diagnosticada de lo que debería”, hace que la ingestión de carbohidratos produzca alcohol de forma endógena dentro del intestino.
“Es un síndrome mucho más común de lo que parece, en el último par de años he recibido entre 500 y 600 llamadas de personas que dicen sufrirlo y actualmente mantengo contacto con cerca de 200 que han sido diagnosticadas“, dice a BBC Mundo la doctora Barbara Cordell, investigadora jefa de la Universidad de Panola, en el estado de Texas, en Estados Unidos.
Pero, ¿cómo es posible fabricar alcohol dentro del intestino?
En el caso del paciente descrito, sus doctores determinaron que una exposición a antibióticos alteró un crecimiento anormal de los hongos Candida y S. cerevisiae en su intestino.
Este último hongo, en concreto, es conocido como la levadura que fermenta carbohidratos para producir algunos tipos de cerveza.
Su diagnóstico se realizó en 2017 en el Centro Médico Universitario de Richmond, en Nueva York. Después de varios episodios en los que se sintió “embriagado”, acudió al hospital y los médicos no creían que no hubiese tomado nada de alcohol.
“El evento más significativo de su embriaguez ocurrió cuando una caída le originó sangrado intracraneal y fue transferido a un centro neuroquirúrgico, donde tuvo una recuperación completa y espontánea en diez días”, según la descripción del caso publicada en la Revista Médica Británica (British Medical Journal).
“Una vez más, el cuerpo médico no creyó que no hubiese bebido nada de alcohol a pesar de sus negaciones persistentes”, continúa el texto, redactado por los doctores Fahad Malik, Prasanna Wickremesinghe y Jessie Saverimuttu.
El nombre del paciente no se hizo público en el estudio, pero su caso será presentado en la conferencia anual del Colegio Estadounidense de Gastroenterología a fines de este mes.
El tratamiento consistió en una aplicación de antifúngicos y una suspensión parcial de carbohidratos.
“Aproximadamente un año y medio después, el paciente se encuentra asintomático y ha retomado su estilo de vida anterior, incluyendo una dieta normal mientras continúa revisando su nivel de alcohol de forma esporádica”, apunta el reporte.
Otros casos
“El hecho de que no existan muchos diagnósticos no implica que la condición no haya sido documentada”, explica la doctora Cordell, quien recientemente escribió un libro describiendo algunos de los casos que ha conocido llamado “Mi intestino fabrica alcohol”.
“Existe un caso descrito en Japón en los años 70, pero las primeras descripciones de la enfermedad se reportan a comienzos de 1900 e incluso a finales del siglo XIX”, continúa Cordell.
En concreto, los investigadores japoneses describieron una misteriosa condición que afectaba a pacientes con una infección fúngica crónica.
Recientemente, un estudio llevado a cabo en China y liderado por el investigador Jing Yuan indica cómo algunas personas desarrollan grasa excesiva en su hígado de la misma manera que personas con problemas de alcoholismo.
Solo que, una vez más, las personas objeto del estudio apenas bebían o no consumían alcohol en absoluto.
Cordell, junto a otro colega, comenzó a investigar esta condición después de que uno de sus amigos decía experimentar signos de embriaguez sin haber tomado alguna bebida alcohólica.
En sus investigaciones se topó una vez con el caso de Nick Hess, cuya experiencia se hizo pública y apareció en varios medios de comunicación.
En una entrevista para BBC Future en 2015, Hess aseguró que sus síntomas aparecían cuando consumía carbohidratos.
Hoy, Cordell, quien permanece en contacto con este paciente, asegura que aunque controlados, sus síntomas no han desaparecido por completo.
“Todos tenemos los hongos en nuestro organismo que generan esta condición, pero hace falta más conocimiento sobre qué causa el crecimiento anormal de estos organismos”, dice Cordell, que por último señala el estigma que existe en cuanto al diagnóstico por la incredulidad de los doctores y la falta de confianza que en los pacientes genera.