Su familia tuvo que refugiarse en un campamento donde una mujer le dio dinero y ropa, con el consentimiento de sus padres y hermanos, para que se casara con su hijo, con lo que no tuvo opción y aceptó su destino.
Salma quedó embarazada y oraba todas las noches para no dar a luz a una niña, porque no quería que su hija tenga que pasar por una situación similar.
Matrimonio forzado:
Esta es una de las historias que acompaña uno de los retratos de “Voces de niñas” que se exhibe en la Casa de la Cultura en La Paz, con el objetivo de reflexionar sobre esta realidad y pensar en la importancia de empoderar a las niñas de todo el mundo para que conozcan sus derechos.
“El matrimonio forzado impide a las niñas a tener su derecho a decidir y una vez casadas, muy a menudo tienen problemas para seguir con su educación”, comentó a Efe la jefa de cooperación de la embajada de Canadá en Bolivia, Éliane Moser.
Esta muestra es impulsada por la embajada de Canadá, la Alcaldía de La Paz y la alianza Girls Not Bride, que reúne a varias instituciones de distintos países para reflejar esta difícil situación que viven millones de niñas en el mundo.
Otra dramática realidad es la de Zinenani de Malawi, que se casó a los 13 años con la esperanza de escapar de la pobreza, pero no contó con que un día su marido la iba a abandonar a su suerte sin poder sustentar todas las necesidades de su familia.
“Pensaba que el matrimonio infantil era la mejor manera de escapar de la pobreza, estaba equivocada”, se lee al lado de su fotografía abrazando a dos niños.
15 millones de niñas, forzadas a casarse:
Según Moser, al menos 15 millones de niñas en todo el mundo son forzadas a casarse, una cifra de muchachas que no vivieron su niñez y saltaron a ser mujeres sin siquiera poder decidir.
“Estos matrimonios fuerzan a salir de la niñez y entrar en el mundo adulto de manera precoz“, lamentó Moser.
Nancy de Kenia quedó embarazada a los 13 años y tuvo que dejar la escuela para casarse y cuidar de sus hijos.
Cuando decidió continuar sus estudios tuvo que negociar con su esposo para que la dejara estudiar y ella sola debía hacerse cargo además de su casa, sus hijos y sus quehaceres académicos.
“Mi marido afirma que él desposó a una mujer y no a una estudiante”, relata Nancy.
Sin embargo, hay otras historias de niñas que lograron decidir por ellas mismas que no quieren casarse o desean rehacer sus vidas, a pesar de todas las circunstancias, y emprendieron su camino para seguir sus sueños.
Un futuro mejor:
Es el caso de Moushimi de la India, que no siguió el camino de sus dos hermanas y a los 16 años decidió aprender a cultivar alimentos para dárselos a su familia y empaparse de sus derechos.
“Hoy en día puedo decirle a la gente lo que quiero y lo que necesito, ahora tengo coraje”, se lee al lado de su fotografía en la que está acompañada de sus dos hermanas.
En Kenia, a Jackline de 14 años le obligaron a casarse con un hombre de 35 y con el tiempo recibía maltratos de su suegra, además de que luego le obligaron a convertirse en la segunda esposa del hermano de una vecina.
Bolivia y los embarazos en adolescentes;
Ella no soportaba más la situación y escapó con su hijo, para volver a la escuela para darse y darle a su hijo un mejor futuro.
“La escuela me da la libertad de soñar”, relata.
En Bolivia esta problemática se vive a partir de los embarazos en adolescentes, en familias que optan por casar a la pareja para que se hagan cargo del bebé sin que en muchos casos se tome en cuenta la opinión y decisión de la madre, concluyó Moser.