Fiona Simpson de Kingaroy, Queensland (Australia), conducía su automóvil junto a su bebé y la abuela de éste, cuando les sorprendió una tormenta de granizo a unas 130 millas al noroeste de Brisbane.
Las enormes piedras caídas del cielo destrozaron los cristales del automóvil y la madre, sin dudarlo, utilizó su cuerpo para proteger al pequeño.
Simpson quedó cubierta de moratones como consecuencia de los golpes de las pelotas de hielo.
“He aprendido la lección , nunca conducir en una tormenta de granizo! ” escribió en su cuenta de facebook donde relató su hazaña.
Sin duda, esta madre coraje salvó la vida de su pequeño.